He estado algo complicado con mis tiempos últimamente. El
verano debía darme más horas libres, pero no ha sido así. Es por esa
razón que he demorado en escribir este post, que originariamente había
empezado en noviembre.
a) Mi posición respecto de la Revocatoria como institución.
b) Mi posición respecto del actual proceso de revocatoria.
Lo primero que me viene a la mente al tratar este punto, es la frase de Thomas Sowell: “Es
difícil imaginar una manera más estúpida o peligrosa de tomar
decisiones que poniendo esas decisiones en las manos de gente que no
pagan ningún precio por estar equivocados”.
Desde mi
punto de visa, un sistema democrático sólo es defendible si sus
mecanismos han sido diseñados para defender la Libertad. Defender la
Democracia como un fin en sí mismo es defender únicamente una
herramienta, que puede ser utilizada para el bien o para el mal, o lo
que es lo mismo, para defender la Libertad o para acabar con ella.
Dentro
de esa premisa, estoy convencido de que el gran error que cometen
muchos que tratan de explicar la pertinencia de la Revocatoria como
institución es asumir que defenderla constituye una férrea defensa de la
Democracia. Yo defiendo la figura de la Revocatoria porque asumo que
defenderla consiste en una forma de defender y ejercer mi Libertad.
La
Revocatoria contribuye a la defensa y al ejercicio de nuestra Libertad
de Elegir. Si como ciudadanos podemos elegir a un gobernante, debemos
poder revocarlo del cargo.
La libertad requiere que
asumamos las consecuencias de nuestras decisiones, es decir, que seamos
responsables. Libertad y Responsabilidad son dos caras de una misma
moneda. Para ser responsables, debemos tener la capacidad de aprender
de nuestros errores, no sólo asumir los “costos”.
Todo
error cometido nos da la oportunidad de aprender de él. Es un proceso de
ensayo-error. La Libertad implica que, en su ejercicio –y lo más
probable es que siempre sea cuando empezamos a ejercerla– cometeremos
errores. Pero, debemos tener la oportunidad de aprender de ellos. Si,
como ciudadanos, consideramos que hemos elegido mal, debemos tener la
posibilidad de aprender de dicho error, y enmendarlo.
Podemos
cometer errores revocando a una autoridad elegida. Pero, al igual que
en la elección, tras cometer el error, aprenderemos. Estos procesos de
aprendizaje como ciudadanos tomarán varios años, pero debemos empezar en
algún momento si queremos alcanzar la madurez. Es algo bastante
natural: no puedes llegar a la adultez saltándote la pubertad o la
adolescencia.
Desde otro ángulo, debemos considerar que el
sistema jurídico, y con mayor razón el ordenamiento constitucional,
tiene como una de sus funciones la de limitar el poder del Estado. Por
ello, por ejemplo, en vez de un gobernante con poderes absolutos, se ha
establecido la división de poderes. Con la Revocatoria, el gobernante no
sólo tiene en claro que el poder que ha recibido de los electores es
temporal, sino además que su cargo siempre está en la mira, y que no ha
recibido un cheque en blanco por cuatro o cinco años.
¿Puede
un grupo de adversarios políticos utilizar la Revocatoria como
mecanismo de venganza política contra el ganador de una elección? Sí, es
probable que un grupo de políticos quiera sorprendernos. Y lo mismo se
aplica en el caso de los procesos de elección de autoridades. Sin
embargo, alcanzaremos la madurez cuando, por nuestras experiencias,
aprendamos a no caer en el error de dejarnos llevar por tales grupos.
¿El
costo de un proceso de Revocatoria es un criterio válido para
eliminarla como institución? No, ni la Revocatoria ni ninguna otra
institución relacionada con nuestra Libertad de Elegir. Si se quiere
utilizar el argumento de la “eficiencia económica” para decidir la
existencia o pertinencia de procesos electorales, ello nos llevaría a
asumir que las dictaduras son las “más eficientes” porque al no haber
elecciones de ningún tipo, no existe costo alguno, todo lo cual es un
absurdo.
¿Revocar a una autoridad es desestabilizar el
sistema democrático? No, por el contrario, mirando siempre más allá de
la Democracia (es decir, teniendo presente que el fin último debe ser
siempre nuestra Libertad), la Revocatoria contribuye mucho al
fortalecimiento de las instituciones democráticas y de la defensa de la
Libertad, ya que la oportunidad de aprender a través del proceso de
ensayo-error se presenta a todo nivel:
- Para las autoridades a ser revocadas.- Les
da la oportunidad: de enmendar el rumbo y corregir políticas de
gestión; de salir de la “burbuja de asesores” que los envuelve y que
muchas veces los aleja de la realidad (en España llaman a ese fenómeno,
el Síndrome de La Moncloa); y a reconocer que han recibido un mandato
para gobernar temporalmente, mandato del que no deben abusar (incluso en
la Roma Imperial, el César tenía a un consejero que, de tanto en tanto,
le susurraba al oído: “recuerda que eres mortal”).
- Para las autoridades revocadas y los diversos grupos políticos que participen en futuras elecciones.- Les
da la oportunidad: de mejorar sus planes de gobierno y proyectos; de
aprender a ser más responsables en sus campañas electorales y promesas;
de escoger mejor a sus candidatos y dejar de pagar favores con cargos,
puestos, o inclusión en listas; de comprender que los ciudadanos estamos
cada vez más ávidos de información, de transparencia, de comunicación.
Todas
son oportunidades valiosas, que podemos aprovechar o no. Si no las
aprovechamos, la realidad nos hará asumir a todos los actores las
consecuencias de dicha decisión.
Además, los males o
virtudes de un sistema no pueden medirse exclusivamente sobre la base de
una supuesta “estabilidad”. Es verdad que se requiere de seguridad
jurídica. Pero ello no es suficiente. Una vez más, si llevamos el
razonamiento al absurdo, alguien podría concluir que sería deseable un
sistema como el de Castro en Cuba, porque ha probado ser “muy estable”:
posee el mismo régimen, autoridades e instituciones desde los años 50s.
SEGUNDA PARTE: Mi posición respecto del actual proceso de revocatoria.
Empiezo diciendo que:
- No
soy fujimontesinista ni aprista, ni simpatizo con Castañeda (es más,
quienes han leído mi FB durante la época en que éste fue alcalde, bien
saben de mi férrea oposición).
- No soy funcionario público. Como
la corrupción es una figura penal que sólo puede ser atribuida a un
funcionario público, no puedo ser corrupto.
- No me considero de
“la derecha”, ya que en lo personal, además de tratarse de un término
anacrónico, creo que se pretende etiquetar con el mismo a grupos muy
distintos, metiendo en el mismo saco a quienes tenemos una posición
libertaria con quienes tienen intereses mercantilistas o parasitarios.
- No
he recibido galletas o algún otro producto, o dinero, para definir mi
posición. Personalmente, me parece bastante ingenuo pensar que se puede
comprar un voto con galletas. Incluso en el caso del dinero, en la
cámara secreta el votante está solo, y si el voto es secreto, pagar a
alguien por votar en tal o cual sentido es el mayor acto de candidez de
quien hace el pago, ya que no tiene como verificar el cumplimiento del
votante “comprado”.
Dicho lo anterior, expreso que estoy a favor de la Revocatoria de la actual alcaldesa, por lo siguiente:
- Por
la información que he podido leer y ver (información que no es ningún
secreto y que se halla en medios de prensa, y hasta en la misma web de
la MML), la gestión de Susana Villarán no ha sido eficiente en términos
de gestión. Ha priorizado actos, hechos y “obras” más de tipo político e
ideológico, que de gestión de una ciudad, como lo exige la naturaleza
de su cargo.
- Gastar más NO significa gastar mejor. El argumento
de que “se ha gastado más en el primer año de Villarán que en el de
Castañeda” es un argumento falaz. Si sólo gastas en consultorías o en
temas no prioritarios para la ciudad, sencillamente NO eres eficiente.
- Los
dos problemas centrales desde la época de Andrade han sido el
Transporte y la Seguridad Ciudadana. Muchas de mis críticas a Castañeda
precisamente tenían que ver con no enfocarse en tales problemas.
Castañeda propuso la construcción de un metro mientras que Andrade
propuso el sistema de transporte que hoy se conoce como el
Metropolitano. Al final, Castañeda no hizo el metro e hizo el
Metropolitano. Villarán habló de habilitar el Tren en su campaña, y tras
meses de inacción, retomó el proyecto Línea Amarilla sólo cuando empezó
a discutirse si debía o no iniciarse el proceso de Revocatoria. Por
aferrarse al cargo, ha retrocedido lo poco que avanzó en el ordenamiento
del transporte, al rebajar el pago de las papeletas de los taxistas. En
seguridad, no hemos avanzado un ápice, lo único que recuerdo es la
inauguración de un contenedor reconvertido en caseta de serenazgo (y no
sé cuál es su actual situación), y sus incansables anuncios de cámaras
de vigilancia. Al menos Andrade mostró en su última campaña electoral el
Plan Bratton (que Castañeda ridiculizó reiteradamente) elaborado por
consultores internacionales especialistas en materia de seguridad,
tratando de definir una política sostenida en el tiempo. Ni con
Castañeda ni con Villarán vemos un plan, sólo actos aislados e
inorgánicos.
- Todo lo que se había avanzado en materia de
preservar el Centro Histórico se está perdiendo: los que vamos al Centro
casi todos los días podemos dar fe de que el comercio ambulatorio cada
vez ocupa más espacios ganados en la época de Andrade. Esto ha llevado a
la pérdida de autoridad, ya que las Ordenanzas que disponían las zonas
rígidas vienen siendo desacatadas descaradamente.
- En el caso de La Parada, escribí hace un tiempo un post en mi blog explicando algo insólito (ver: http://jlgodoy.blogspot.com/2012/11/caso-la-parada-notas-para-un-enfoque.html):
la norma en la que se sustentó el desastroso Primer Operativo (ocurrido
el 25 de octubre de 2012), recién fue publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 27 de octubre. Si la Constitución y la Ley Orgánica de
Municipalidades establecen que las normas son obligatorias a partir del
día siguiente de su publicación, ¿por qué se realizó un operativo antes
de que estuviera vigente la norma? Cuando una entidad estatal manda
publicar sus normas, el Diario Oficial El Peruano le informa cuándo va a
salir publicada. Es decir, la MML sí sabía que la norma recién estaría
vigente el 28 de octubre (al día siguiente de su publicación). Si el
Primer Operativo fue desorganizado, con pocos efectivos mal equipados,
ello es porque el verdadero operativo era, desde un inicio, el segundo.
Para mí, es evidente que el primero fue una reacción desesperada e
irresponsable para contrarrestar la procedencia de la Revocatoria por el
Jurado Nacional de Elecciones. Esto reviste una gravedad que no puede
pasarse por alto, y si el Congreso no quiso verlo, los ciudadanos
debemos poder corregir tamaño error.
- En el caso de la “Línea
Amarilla” o “Vía Parque Rímac”, mucho se ha hablado acerca de que no
puede modificarse el proyecto dentro de los 3 primeros años, por mandato
legal, lo cual es cierto. Pero no es lo más grave: la norma establece
que si las adendas o modificaciones al proyecto de inversión superan el
15% del costo total del mismo, entonces, la entidad deberá considerar si
realiza un nuevo Concurso Público. En este caso, para justificar el
cambio de nombre del proyecto, los voceros de la MML han señalado que
“se trata de un proyecto muy diferente” porque la inversión ahora será
mucho mayor: de US$ 570 mlls a US$ 700 mlls. Si ello es así, estamos
hablando de un incremento de más del 20%. ¿Por qué no se ha considerado
la realización de un nuevo concurso, como lo dicta la norma? Como yo lo
veo, sólo caben dos supuestos: o el incremento es mínimo y no existía
justificativo para el cambio de nombre, o se pretender favorecer
sospechosamente a la empresa constructora.
Además de
todo lo expuesto, existen las conocidas paralizaciones y olvido de las
obras de gestiones anteriores, la probada ineficiencia de los cuadros
gerenciales en las diferentes instancias, entre otros.
En
un inicio, sólo estaba a favor de que se aprobara la realización del
proceso de revocatoria, pensaba que Villarán reflexionaría, rectificaría
el rumbo y, pisando tierra, pediría el apoyo de los regidores de
oposición para establecer líneas de acción conjuntas. Pero, imagino que
su cúpula de asesores debe haberla mantenido en la burbuja generándole
además una enorme soberbia: No ha cambiado a sus cuadros gerenciales
probadamente ineficientes, sino que los ha rotado subestimando nuestra
inteligencia. No ha hecho ningún mea culpa. Se ha enfrascado en una
campaña polarizadora acusando a quienes están a favor de la revocatoria
de desestabilizadores o corruptos, y ha calificado así a quienes no
están a favor de ella y su gestión.
La actitud e intereses
no muy santos de las otras fuerzas y actores políticos tampoco han
ayudado. En el caso de las fuerzas que apoyan el “SÍ”, considero que
Marco Tulio Gutiérrez tiene un interés por favorecerse ya sea postulando
directamente o apoyando una eventual elección de Castañeda. En el caso
del Partido Aprista, no creo que el interés primario haya sido su
“resurrección política”, sino más bien no perder los pocos espacios que
parecen estar recuperando y por ello su apoyo se dio luego de los
primeros sondeos de opinión, como transmitiendo la idea de que siguen la
línea de “la mayoría”.
En el caso de las fuerzas que
apoyan el “NO”, el apoyo de Perú Posible se dio por contraposición al
Partido Aprista, o mejor dicho, por contraposición de Toledo con García.
Toledo todavía llora haber perdido el pase a la segunda vuelta “por
culpa de Alan García” y parece que nunca va a superar su rencor. Sea
cierto o no, estoy convencido de que si el Partido Aprista hubiese
apoyado el “NO”, Toledo hubiese apoyado el “SÍ”, por lo que su posición
es más producto de una reacción hepática que por convicción o
principios.
En el caso del PPC y de las demás fuerzas que
conforman el Concejo Municipal (a excepción de Solidaridad Nacional),
creo que la respuesta cae por su peso: están defendiendo el espacio
político de sus regidores. Si pierden eso, tienen menos actores
políticos que vender a los medios, para subsistir como fuerzas
políticas.
Me desconcierta el apoyo de PPK, aunque de algo
estoy seguro: en la entrevista que hace un par de semanas concediera a
“Sin Medias Tintas”, no pudo responder por qué se oponía a la
revocatoria, existiendo ésta en varios estados de los Estados Unidos
(con procesos revocatorios muy recientes), sin que nadie allá hubiese
denunciado dicha figura como desestabilizadora.
Puedo decir que varias personas que conozco (no pocas), que desaprueban la gestión de Villarán, apoyan el “NO”, alegando que “la izquierda debe terminar su desastroso mandato, para que la ciudadanía, al final, vea a dónde nos ha llevado”.
Pero tal posición me parece suicida, desastrosa e irresponsable, porque
lo que está en juego es nuestro avance o retroceso como ciudad. Eso no
podemos ponerlo en juego: el terrorismo de los 80s y los desastrosos
gobiernos municipales de Orrego (Acción Popular), Barrantes (Izquierda
Unida) y Del Castillo (Partido Aprista) también en los 80s, hicieron de
Lima una ciudad caótica y terrible; yo no deseo que volvamos a esas
épocas.
Villarán ha pretendido utilizar su cargo como
trampolín político de los grupos que representa. Un cargo que es, por
naturaleza, de gestión. Desde un enfoque de eficiencia, Villarán ha
desconocido que sus predecesores han dejado la valla muy alta, ha
desconocido que en aproximadamente 25 años, el vecino de Lima se ha
acostumbrado a que sus alcaldes tengan cierto nivel de eficiencia y
manejo gerencial: dos períodos de Ricardo Belmont (Trébol de Javier
Prado, empalme de la Av. Universitaria con la Av. La Marina, bypass del
Óvalo de Higuereta, etc.); dos períodos de Alberto Andrade (Vía Expresa
de Javier Prado, recuperación del Centro Histórico, repotenciamiento del
serenazgo, etc.); dos períodos de Luis Castañeda (bypass de Puente
Piedra, Escaleras, Metropolitano, bypass de Habich, Parques Zonales,
etc.). Ahora bien, aunque las denuncias contra Castañeda por el Caso
Comunicore hayan sido archivadas, tengo la sensación de que algo no está
bien. Villarán es la única responsable de que algunos vecinos de Lima
piensen que aunque puedan existir irregularidades, es preferible ello
con tal de ver obras.
EPÍLOGO: Cómo votaré
Tanto
los promotores de la revocatoria como los defensores de la gestión de
Villarán nos proyectan un escenario en el que está en juego el todo por
el todo. Me explico: para la mayoría de votantes, este proceso sólo
tiene dos opciones: O se va Villarán y los 40 regidores, o se quedan
todos.
Eso es falso. En realidad, lo que no se explica es
que SON 40 ELECCIONES EN UNA, CADA UNA INDEPENDIENTE DE LAS OTRAS. Eso
significa que, realizada la elección, existen las siguientes
alternativas:
a. Que gane el “NO” abrumadoramente:
En este escenario, Villarán y los 40 regidores se quedan en sus cargos.
Teniendo como referencia las actitudes de arrogancia de Villarán, Eduardo
Zegarra, Marisa Glave y demás funcionarios “mediáticos” de la MML,
todos ellos van a ignorar las válidas críticas a su gestión y van a
sentirse intocables, que pueden hacer cualquier cosa, porque al final,
nada puede pasarles, y no asumirán ninguna consecuencia en el corto
plazo.
b. Que gane el “SÍ”, únicamente respecto de Susana Villarán, pero no de los 40 regidores: Si
se revoca al alcalde y a 1/3 de regidores, TODOS se van a su casa, y
entra como Alcalde Provisional el Primer Accesitario (que en este caso,
tal como lo ha anunciado la prensa, es un ferviente militante de Patria
Roja). El primer accesitario será alcalde mientras se elige al nuevo
alcalde. Sin embargo, aquí existe un error de técnica normativa en la
ley: el nuevo alcalde elegido sólo va a completar el período del alcalde
revocado, por lo que, en menos de año y medio, habrá una nueva elección
para un nuevo período de 4 años. La ley debió establecer que el nuevo
alcalde elegido después de la revocatoria inicia un período nuevo de 4
años, y no que solamente completa el período del revocado. Por esta
razón, muchos piensan que para que no haya otra elección, tal vez sólo
valga la pena revocar a la alcaldesa, y dejar a los demás en sus cargos.
Pero, si se revocase únicamente a Villarán, quien asumiría la alcaldía
sería Eduardo Zegarra, que es co-responsable de la desastrosa actual
gestión. Considero que, aunque se revoque a Villarán, la arrogancia
demostrada por Zegarra hará que se crea intocable y estaremos en un
escenario similar al anterior, con el añadido de que Zegarra, con el
poder de la Alcaldía, se abocará a victimizar a Villarán.
c. Que gane el “SÍ” abrumadoramente para todos:
En este escenario, como ya he adelantado, TODOS se van a su casa, y
entraría a asumir la alcaldía un probado militante de Patria Roja que,
durante 3 a 9 meses, va a poder hacer y deshacer, empoderar a otros
grupos o gremios de su misma tendencia ideológica, etc. Son pocos meses,
pero, habiendo vivido los 80s, creo tener fundado temor en la magnitud
de los daños que una gestión así pudiese ocasionar, por breve que sea.
d. Que gane el “SÍ” para Villarán y para una parte de regidores, sin llegar a 13 regidores: En
este caso, el votante requiere asumir la responsabilidad de informarse
adecuadamente para ver a quienes revocar. La ley establece que si los
regidores revocados superan 1/3 de los mismos, TODOS se van a su casa.
En este caso, el límite es 13 regidores. Si, por ejemplo, votamos por el
“SÍ” contra Villarán y contra 5, 10 o 12 regidores, logramos: (i) que
se vaya Villarán, (ii) que se vayan sus “más cercanos colaboradores”
como Zegarra y Marisa Glave, (iii) que no haya otra elección, (iv) que
no asuma la alcaldía el Primer Accesitario (de Patria Roja), y (v) que
Marco Tulio Gutiérrez y compañía no utilicen políticamente la
revocatoria para obtener cuotas de poder. Claro, alguien podría decir
que el alcalde que asumiría sería el primer regidor no revocado de
Fuerza Social, y que con ello no se gana nada. Mi punto de vista es que
Fuerza Social fue un movimiento artificial armado para la elección
pasada, con una lista improvisada, o de reconocimiento por apoyos a la
campaña. Revocando a la cúpula, quien asuma será una persona poco
conocida para los medios, que va a sentir la presión de la prensa y la
opinión pública, además de pertenecer a una gestión que ha recibido el
golpe de las sanción electoral, mientras que los regidores de oposición
no habrán cambiado. Ante tal escenario, creo que el nuevo alcalde
estaría más dispuesto a buscar un gobierno municipal de consenso con los
regidores de las demás fuerzas políticas. No digo que sea una gestión
exitosa, pero al menos creo que no será peor que la actual.
¿Cómo
votaré? He tomado la decisión de votar por el “SÍ” contra Susana
Villarán, y contra los 04 primeros regidores. Explico mi decisión: es de
público conocimiento que el Regidor Nº 6, Luis Valer Coronado hace poco
ha sido destituido. Lógicamente, quien asumiría su cargo sería el
Primer Accesitario. En principio, considero que este Primer Accesitario
no puede ser revocado en este proceso electoral, porque por ley no puede
revocarse a autoridades elegidas dentro del primer año de su gestión.
Sin embargo, el JNE podría interpretar que no es propiamente una
autoridad “elegida”. Empero, estaríamos dejando su suerte a una
interpretación del JNE. Si el JNE considera que se debe quedar, él sería
el primer regidor remanente de Fuerza Social, y asumiría la alcaldía.
Simplemente
con el propósito de asegurarme de que el Primer Accesitario no sea Alcalde
Provisional al ocupar el cargo del Regidor Nº 6, quien debería asumir la
alcaldía sería la Regidora Nº 5, esto es, Zoila Elena Reátegui Barquero
(que, en la Cédula de Votación, figuraría como el Nº 6, es decir,
marcaré "SÍ" hasta el número 5 inclusive). No la conozco, no hay
reportes periodísticos de ella. Creo que calza en el perfil de la
persona desconocida que mencioné en el cuarto escenario. Así que, para
que la Regidora Nº 5 sea la Alcaldesa, debiera revocarse a los 04
primeros regidores (Eduardo Zegarra, Marisa Glave, Rafael Eduardo García
Melgar, y Perfecto Víctor Ramírez Cifuentes). De ser la nueva alcaldesa,
Zoila Elena Reátegui Barquero asumiría el cargo por el período que le
falta completar a Villarán, y ya no habría nueva elección, hasta el
siguiente período.
No digo que sea una solución ideal. No lo es. Simplemente, con
la información que he acopiado y leído, he tomado una posición. Y he
sustentado tal posición. No voy a votar en blanco ni viciado, ni voy a
dejar de votar: a fin de cuentas, algún resultado (dentro de los 04
escenarios) se va a producir. No estoy arengando a nadie a hacer lo
mismo, aunque sí sería ideal que los votantes tomemos decisiones cada
vez más informadas, menos apasionadas o hepáticas, menos de consigna.
Pero, bueno, creo que al final todo nos remite al ensayo-error.
Lima, 16 de febrero de 2013.