Citas para reflexionar...

"Una persona exitosa es la que construye un edificio sólido con los ladrillos que le van lanzando los que quieren derribarla"
[David Brinkley].

9 de mayo de 2011

¿"Paul is dead"? Bienvenido a Lima, Mr. Campbell

Hoy verdaderamente es un día histórico: tal vez los 60s se fueron hace ya varias décadas, pero lo cierto es que un Beatle ha llegado a esta Lima cada vez menos mazamorrera aunque más caldogallinera, quid pro quo.

Muchos escriben sobre el tema, comentan anécdotas, crean otras, twittean y facebookean, e incluso ya es una verdadera patada al hígado el abuso que hacen los medios de prensa con Tongo y su infortunado “Leidi-bí”. Entonces, ¿por qué no voy a poder escribir de algo que, prima facie, parece tan desconcertante e imposible como un Chávez democrático o un Obama conocedor de Economía?

Para empezar, debo decir que yo no creo en la muerte de Paul McCartney. Pero las gringas teorías conspirativas precisamente logran arraigo y difusión porque algunas “pistas” sorprenden (o eso pareciera).

Empecemos por el principio. ¿Cuál es la teoría conspirativa que existe desde los años 60s? La teoría es la siguiente, y la voy a relatar de manera esquemática:

a. Paul McCartney habría muerto la madrugada del miércoles 9 de noviembre de 1966, en un accidente de tránsito. Sobre el accidente se dice que:
- Tras una discusión en una de las tantas maratónicas sesiones de grabación que tenían los fab four en los estudios de grabación de Abbey Road, Paul sale furioso y aborda su Aston Martin.
- Aproximadamente a las 5 a.m., el iracundo Paul ve pasar a una atractiva muchacha (algunos dicen que era "Lovely Rita", otros dicen que era "Polythene Pam") caminado por una vereda cercana, a quien se queda observando, distrayéndose. La imagen difusa en la contracarátula de Abbey Road correspondería a dicha mujer.
- Paul no se percata de que el semáforo delante suyo cambia de luces y que ya no debe cruzar.
- Ocurre un aparatoso accidente, en el cual el cráneo de Paul queda prácticamente partido en dos, con la dentadura desprendida y el cuero cabelludo levantado.

b. Enterados casi al instante del accidente, los tres restantes Beatles, su representante Brian Epstein y gente más cercana, toman las siguientes acciones:
- Procuran que el cuerpo sea llevado con muchas reservas y absoluta discreción.
- Gracias a una serie de contactos, logran que la prensa no informe sobre el accidente, o que, de hacerlo, el mismo no sea relacionado con Paul.
- Inician la búsqueda de un doble de Paul, a alguien muy parecido para que lo sustituya. La razón de ello sería que la muerte de Paul no ocurre en el mejor momento para los Beatles, estaban en la cúspide de la Beatlemanía, y ello puede ser nefasto para el futuro de la banda.

Foto que aparece en el Álbum
Blanco y que sería de
William Campbell
c. Tras una rápida búsqueda (se dice incluso que se contrató a una radio británica para organizar un concurso para hallar a un doble de Paul, sin que los directivos de la radio supiesen la verdadera intención), encuentran a un joven oficial del Departamento de Policía de Ontario, Canadá, llamado William Campbell, que no sólo era muy parecido a Paul, sino que además y para suerte de todos, resultaba tener conocimientos y dotes musicales.

d. Unas ligeras cirugías plásticas logran terminar el parecido, y William Campbell deja su trabajo policial para convertirse en un Beatle. Pero, claro, si bien el parecido logrado es asombroso, no llega a ser perfecto. William Campbell (o Billy Campbell, para los amigos), tiene una cicatriz en el labio, que el cirujano plástico trata de disimular, quedando aún algún resquicio. El rostro puede verse igual, pero los gestos no necesariamente pueden ser idénticos. El color de los ojos, la órbita de las cejas, etc. mostrarían ligeras diferencias sólo perceptibles para un fanático. Paul y John eran de la misma estatura, mientras que Billy Campbell es un par de centímetros más alto. Pero, lo más grave, es que Billy Campbell no es zurdo como el fallecido Paul, sino diestro. Aprenderá poco a poco a utilizar la mano izquierda frente a los medios, pero será inevitable que se le escapen algunos actos inconscientes con la mano derecha.

John se vuelve loco en el concierto del Shea Stadium, al ver que
no se puede escuchar a sí mismo por los gritos de las fans.
e. En un inicio, gracias a la Beatlemanía, la histeria en los estadios hace que el público no preste mucha atención a las canciones (y a lo diferente que sonaban) ya que la turba se dedica a gritar eufórica. Pero como ello no podía durar (los que alguna vez hemos tocado en una banda de garaje sabemos lo fundamental que es el sonido del Bajo para un grupo de cuerdas y batería), para apoyar a Campbell en el proceso de suplantación, los Beatles anuncian súbitamente que se tomarán unos meses de vacaciones, y que suspenderán las giras y presentaciones en vivo.

Paul tocando el piano en las sesiones
de grabación del Sgt. Pepper's

f. Tras sus vacaciones, los Beatles anuncian que definitivamente ya no saldrán más de gira ni harán más presentaciones en vivo, sólo se dedicarán a las grabaciones en los estudios de Abbey Road porque “no les gusta cómo suenan”, porque “han perdido musicalidad” y porque necesitan “expandir su creatividad”. En los estudios de grabación, el estilo musical de la banda recibe los nuevos aportes musicales de Campbell, el sonido cambia. Ya había empezado el cambio con el álbum Revolver, pero éste ya es irreversible y definitivo con Sgt. Pepper’s Lonely Heart’s Club Band. Campbell aprovecha este “cambio de sonido” para tocar más el piano y menos el bajo, ya que no sólo estaba familiarizado más con dicho instrumento, sino que así evita mejor que se note que no es zurdo.

e. Atormentados por el cargo de conciencia, los Beatles y Campbell van dejando varias pistas para los fanáticos, en las letras, las películas y las carátulas de sus discos, desde Revolver, pasando por Sgt. Pepper’s, Magical Mystery Tour, el Álbum Blanco, Yellow Submarine, Abbey Road y Let It Be, e incluso en los últimos discos, como Anthology en los 90s.

Hasta ahí la teoría conspirativa. Ahora veamos las “pruebas”. Advertencia: NO VOY A RECAPITULAR TODAS LAS PRUEBAS QUE EXISTEN EN LA WEB. La razón: algunas son muy poco verosímiles así que limitaré a las más conocidas y “llamativas”. Sólo un ejemplo: “se dice que” las siglas LMW en la placa del Volkswagen Escarabajo (beetle) en la portada del álbum “Abbey Road” significa “Linda McCartney Weeps” (“Linda McCartney llora”, presumiblemente por la muerte de Paul). Pero si fuese cierto que Paul murió en 1966, quien lloraría sería Jane Asher o cualquier novia del momento, ya que Linda Eastman recién conoció a Paul en 1967.

Bueno, aquí las pruebas más llamativas:

a) En las carátulas:
- La más llamativa es la del Sgt. Pepper’s (ojo que los fanáticos creen que existen pruebas desde la carátula de Revolver). Paul parece más alto que John (lo que se nota aún más en la contracarátula del álbum), cuando realmente eran de la misma estatura. Además, se aprecia una mano extendida sobre la cabeza de Paul que, en la tradición hindú significa que la persona ha muerto. Un arreglo floral amarillo tiene la forma de un bajo, orientado para un zurdo (como para Paul), en lugar de cuatro cuerdas, sólo tiene tres lo que representa que falta un miembro: Paul. La muñeca de Shirley Temple (la que lleva la chompa a rayas con la frase “Welcome the Rolling Stones”) tiene en las piernas un carro de juguete que se cae, que es un Aston Martin, como el carro de Paul.

Pero la prueba más sorprendente es la siguiente. Si uno coge un espejito, y lo coloca perpendicularmente justo en la mitad del bombo que dice Sgt. Pepper’s Lonely Heart’s Club Band, el reflejo forma la siguiente frase: “1 ONE 1 X HE DIE”, con una flechita señalando a Paul. ¿Qué significa esa frase? Se estaría “pasando revista” a los Beatles: “uno, uno, uno, este no lo cuento porque está muerto”. Finalmente, en la foto interna del álbum, se ve que el traje de Paul tiene un parche con las letras OPD, es decir “Ontario Police Department”. Algunos especulan que también significaría “Officially Pronounced Dead”.
  
- En Abbey Road, los Beatles cruzan la pista formando la siguiente alegoría: John, vestido de blanco, evoca a un sacerdote en un cortejo fúnebre. Ringo, vestido de negro, simboliza al sepulturero o funeraria. Paul, descalzo, simboliza al muerto. George, vestido de jean, simboliza a los excavadores y a los acompañantes. Además, Paul tiene un cigarrillo con la mano derecha, cuando se supone que era zurdo.
El otro dato es la placa del Volkswagen Escarabajo (beetle): 28IF, que significaría “en el año en que se graba este álbum, 1969, Paul habría cumplido 28 años, SI ("if") no hubiese muerto”. En la contracarátula no se indica “The Beatles” sino simplemente “Beatles”, pero existen unos puntos o círculos pequeños que, unidos, forman el número 3. En consecuencia, el álbum realmente diría “3 Beatles”, faltando uno, Paul que habría muerto.

- En la carátula de la Anthology III, se ve la foto del álbum Rubber Soul, con la cara de Paul cortada por la mitad.

- En la carátula de Let It Be, John, George y Ringo están en un recuadro con fondo blanco, mientras que Paul está en un recuadro con fondo rojo, lo que simbolizaría la sangre de su muerte.

b) Pistas en las letras:
- Al final de “Strawberryfields Forever” se escucha a John decir una frase deformada que muchos pensaban decía “I buried Paul”. Sin embargo, la Anthology II demostró que realmente dice “Cranberry Sauce”.
- Terminando la canción “Sgt. Pepper’s Lonely Heart’s Club Band” e iniciando “With a Little Help from my Friends”, la letra dice “So, let me introduce to you, the one and only Billy Shears..”. Se dice que “Billy Shears” es un juego de palabras (o de pronunciación) para decir realmente “Billy is here”, es decir, “realmente quien está aquí es Billy Campbell, no Paul”.

- La canción “A Day in the Life” contaría el accidente de Paul:

I read the new today, oh boy                 Hoy leí las noticias, oh muchacho
about a lucky man                                 acerca de un suertudo que
who made the grade                              que terminó con sus problemas
(…)
He blew his mind out in a car                Se voló los sesos en un auto
He didn’t notice that the                        No se dio cuenta de que
lights had changed                                las luces del semáforo cambiaron

A crowd of people stood and stared      Una multitud se detuvo y lo miró
They’d seen his face before                  habían visto su rostro antes
Nobody was really sure if he                 No estaban seguros si
was from the House of Lords                pertenecía a la Casa de los Lores




Debo decir que para 1966, los Beatles ya habían sido condecorados como MBE, Members of the British Empire, una condecoración que a muchos llevó a pensar que ya eran lores, pero eso vendría después. Ser MBE era básicamente un reconocimiento especial de la Reina Isabel II. 



La última estrofa citada de "A Day in the Life" aludiría a esa “controversia”. Sólo como nota adicional, el video de "Free as a Bird" mostraría a John viendo el accidente de Paul, y asimismo una fugas imagen de la cara destrozada de Paul.

- En la canción “Glass Onion” del Álbum Blanco, se dice: “The Walrus was Paul”. Esto aludiría a la carátula del álbum “Magical Mystery Tour, en la que aparecen los Beatles disfrazados, y en el centro uno de ellos usa un disfraz de morsa (walrus), de color negro, en contraste con los demás, vestidos de blanco. Además, se dice que “glass onion” es una frase que usan las funerarias en Londres para referirse a los ataúdes con tapa de cristal.

- En la canción “Don’t Pass Me By” del mismo álbum, una estrofa dice “you were in a car crash, and you lost your hair”.

- La primera parte de la mítica “Revolution 9”, tocada al revés diría “turn me on, dead man”. Ahora bien, esto retormaría la frase de “A Day in the Life” que dice “I’d love to turn you on”.


Audio original, seguido de la versión tocada "al revés",
del inicio de "Revolution 9"


- La canción “Come Together” del álbum Abbey Road dice en una estrofa “one, and one, and one is three; got to be good-looking, ‘cause is so hard to see”. Es decir “uno más uno más uno es tres, tienes que tener una buena vista porque es difícil de ver”. Se estaría haciendo referencia a la pista del bombo de la carátula de Sgt. Pepper’s: recordemos que había que colocar un espejito para ver “1 ONE 1 X HE DIE”.

- En la canción “She came in through the Bathroom Window” del album Abbey Road, Paul dice “And so I quit the police department, and got myself this steady job…”.

Concluyo las pistas indicando que en la película “Magical Mystery Tour”, la batería de Ringo en la canción “I am the Walrus” dice “Love the 3 Beatles”, en tanto que se aprecian cerca de la batería un par de zapatos manchados de algo que parece sangre. Por otro lado, en la escena en la que los Beatles cantan “Your Mother Should Know”, todos tienen una rosa roja en la solapa, menos Paul que tiene una rosa negra.

Bueno, estas son -a mi criterio- las pistas más llamativas. Otros pueden tener una lista más larga, pero mi propósito no es competir para ver quien descubre más. Pasemos al análisis y opinión.

Yo creo que Paul no ha muerto. Hubiese sido lo primero que los demás hubiesen alegado en el juicio que se dio al separarse los Beatles, más aún si consideramos que Paul era el demandante y los demás, los demandados. Entonces, ¿cómo se explica esta paranoia que ha llevado a crear una historia y a encontrar pistas que incluso algunos pueden calificar de contundentes?

La psicología puede darnos una respuesta. Pero dejaré que el siguiente video lo explique mejor. Dicho sea de paso, el video es el final de una larga serie, en la cual se exponen las pistas arriba descritas y muchísimas más, disco por disco (si alguien desea ver toda la serie, puede hacerlo en YouTube). Lo que muestro es únicamente el epílogo, la última parte y creo que la explicación es más que convincente para que recuperemos el sentido común sobre este tema. Ahora bien, no cabe duda que alimentar la historia hizo que más personas comprasen álbumes y memorabilia de los Beatles. Dejo el beneficio de la duda sobre si ése fue uno de los objetivos de los Beatles, pero el resultado definitivamente los benefició económicamente. Pasemos al video:



Edición de "Life" en la que
Paul, tras la separación de The
Beatles, deja en claro que NO
HA MUERTO.
Para concluir, sólo debo decir que Paul vive, y para suerte, vive y respira al menos hasta mañana lunes 09 de mayo, en esta Ciudad de los Reyes, y aunque los años hayan pasado, se le aplica la frase que él mismo pronuncia en la Anthology II: “you improve with the time, like a fine wine really…”.

Aprovecho esta ocasión, entonces, para agradecer al menos a uno de los Beatles sobrevivientes los gratos e inolvidables momentos de mi vida que fueron matizados, acompañados, castigados y/o recompensados con canciones de los Beatles. Muchas veces me han preguntado cómo era posible que me guste la música de un grupo que nunca conocí y que no es de mi época. Ahora que estoy en base 4, algunos jóvenes despistados creen que “tal vez” yo soy de esa época, pero no (no me extraña, entonces, que no sepan quién era Velasco o qué fue el “05 de abril”, como se mostró en un reportaje periodístico). 


En realidad, debo confesar que me hice seguidor de los Beatles el 08 de diciembre de 1980, a los 9 años, cuando escuché la noticia de la muerte de Lennon. Me intrigó cómo esa muerte afectó a miles alrededor del mundo y quise saber por qué. Así descubrí sus canciones. Luego su historia, luego sus películas, en épocas en las que no había internet, y era muy difícil acceder a mucho material, salvo en cine-clubes o en antiguas tiendas de discos, que guardaban refundidas recopilaciones.

Paradojas de la vida: el día
en que me convertí en un
fan de The Beatles.
Los Beatles me acompañaron durante la secundaria, me animaron a sacar por primera vez a una chica a bailar o a invitarla a salir. Me consolaron cuando me rompieron el corazón por primera vez. Me dieron aliento cuando estaba por quedarme dormido estudiando para un parcial en la universidad. Me motivaron a terminar mi tesis y a estudiar el MBA. Parte de sus historias me ayudaron incluso a armar clases y a preparar exámenes. Y muchas de sus canciones, sobre todo “In My Life” han sido una suerte de “soundtrack” durante mi matrimonio, involuntaria y espontáneamente.

Como alguna vez admití, ya llevo más de 31 años de seguidor y los Beatles me siguen acompañando todos los días saliendo de la oficina, cuando subo a mi auto y empiezo la marcha de retorno a casa con “it’s been a hard day’s night, and I’ve been working like a dog…”. Es mucho lo que puede decirte y llegar a significar toda esa música, toda esa saga. Muchas gracias, Sir Paul, por todo ello, y, a través de ti, a Ringo, a George y a John. Confío en que no será la única vez que te veamos por estos lares, y a ver cuándo te animas a venir con Ringo.

Lima, 08 de mayo de 2011.

7 de mayo de 2011

El Desaparecido Capitulo 21 de "La Naranja Mecánica"


Cuando Stanley Kubrick rodó en 1971 esta clásica película, señaló que se basó en la edición americana de la novela de Anthony Burgess (originalmente publicada en 1962). Lo curioso es que en la versión en los EE.UU. había omitido el último capítulo, por decisión del editor (a lo cual Burgess accedió, necesitado de dinero) porque creía que el final era una traición a la "ultraviolence" de los anteriores capítulos. 

Este capítulo (que es el 7mo de la tercera parte, o e 21º del total) hace que la película y el libro tengan un enfoque diferente, que el mismo Burgess y el mismo Kubrick dejarian entrever en diversas entrevistas: la película termina cuando Alex vuelve a ser el mismo que al inicio, con gran predilección de la "ultraviolence". Ello proyecta una perspectiva pesimista del ser humano asumiendo que éste es malo por naturaleza, y ya nace condenado (más o menos lo que pregonan algunas religiones). 

El capítulo 21, en cambio, muestra a un Alex que se "aburre" de la "ultraviolence" y que madura, crece, y decide evolucionar, casarse, tener un hijo. Esta decisión proyecta la imagen de que el ser humano puede haber tenido una faceta mala, pero puede, si lo decide, cambiar, evolucionar, no atarse a su pasado. En resumen, el ser humano retoma su autonomía y su libertad de elegir entre el bien y el mal.

El título original de la novela y del film es "A Clockwork Orange".  En inglés, orange significa "naranja", sin embargo, el autor Burgess aludía, con juego de palabras, a otro significado: "ourang", una palabra malasia (el autor vivió años en Malasia), que significa "persona". En resumen, la idea real del título es "El hombre mecánico", al que se le quiere aplicar el "Tratamiento Ludovico". El mismo Burgess explicó en alguna ocasión:

«... por definición, el ser humano está dotado de libre albedrío, y puede elegir entre el bien y el mal. Si sólo puede actuar bien o sólo puede actuar mal, no será más que una naranja mecánica, lo que quiere decir que en apariencia será un hermoso organismo con color y zumo, pero de hecho no será más que un juguete mecánico al que Dios o el Diablo (o el Todopoderoso Estado, que ya está sustituyendo a los dos) le darán cuerda».

No se trata, pues, de una "traición" al resto de la novela, ni un forzado "happy ending". Kubrick, como indiqué, se excusó en que él no habría leído la novela en su versión británica íntegra, sino en su versión americana mutilada. 

No obstante, Kubrick filmó "La Naranja Mecánica" cuando ya vivía algunos años en Inglaterra, y por tanto, era más factible que conociera la novela original. Otro hecho revelador es que, a diferencia de otras películas adaptadas de novelas que filmó (2001: A Space Odissey, por ejemplo), en el caso de "La Naranja Mecánica", Kubrick decidió NO coordinar ni trabajar el guión de manera conjunta con el autor de la novela. 


Trailer oficial de la película


Creo que Kubrick y el editor americano del libro encontraban "más encanto" en el pesimismo lúdico y mordaz de la versión incompleta que en el mensaje original. De cualquier manera, la película es un ícono de la cinematografía hasta nuestros días, a pesar de las enormes censuras que, incluso hasta hoy, persisten.

Ahora, para finalizar, transcribo el "mutilado" Capítulo 21, que no figura en la edición americana, ni en la película. Una importante precisión: al inicio de la novela, Alex es un adolescente de 15 años, y termina cuando tiene 18 (esto explica por qué habla en jerga "nadsat", que, de acuerdo al autor, es una jerga futurista de adolescentes). En la película, Alex es un veinteañero. Sin más preámbulo, aquí el capítulo "perdido":

7


-¿Y ahora qué pasa, eh?

Estábamos yo, Vuestro Humilde Narrador, y mis tres drugos, es decir Len, Rick y Toro, llamado Toro porque tenía un cuello bolche y una golosa realmente gronca que eran como las de un toro bolche bramando auuuuuuh. Estábamos sentados en el bar lácteo Korova, exprimiéndonos los rasudoques y decidiendo qué podríamos hacer en esa bastarda noche de invierno, oscura, helada, aunque seca. Había muchos chelovecos puestos en órbita con leche y velocet, synthemesco y drencrom, y otras vesches que te llevaban lejos, muy lejos de este infame mundo real a la tierra donde videabas a Bogo y el Coro Celestial de Angeles y Santos en tu sabogo izquierdo, mientras chorros de luces te estallaban en el mosco. Estábamos piteando la vieja leche con cuchillos, como decíamos, que te avivaba y preparaba para una piojosa una-menos-veinte, pero ya os he contado todo esto.

Íbamos vestidos a la última moda, que en esos tiempos era un par de pantalones muy anchos y un holgado y reluciente chaleco negro de piel sobre una camisa con el cuello desabrochado y una especie de pañuelo metido dentro. En esos tiempos también estaba de moda pasarse la britba por la golová y rasurar la mayor parte, dejando pelo sólo a los lados. Pero siempre era lo mismo para nuestras viejas nogas, unas grandes botas bolches, realmente espantosas, para patear litsos.

-¿Y ahora qué pasa, eh? 

Yo era el mayor de los cuatro y todos me consideraban el líder del grupo, pero a veces se me ocurría que a Toro le rondaba por la golová la idea de tomar el mando, y esto sólo porque era enorme y por la gronca golosa que le salía cuando estaba en pie de guerra. Pero todas las ideas venían de Vuestro Humilde, oh hermanos míos, y además estaba la vesche de que yo había sido famoso y habían publicado mi foto y artículos sobre mí y toda esa cala en las gasettas. Además yo tenía el mejor trabajo de los cuatro, en los Archivos Nacionales de Gramodiscos en el lado de la música, y cada fin de semana tenía los carmanos repletos de preciosos gollis, además de un montón de buenos discos gratis para el malenco estante de mi lado.

Esa noche en el Korova había un buen número de vecos y ptitsas y débochcas y málchicos que smecaban y piteaban y que interrumpían las goboraciones y la cháchara de los en-órbita barbotando cosas como «Gargariza los falatucos y el gusano se disemina en pequeñas bolas masacradas» y toda esa cala, uno podía slusar una canción pop en el estéreo, Ned Achimota cantando Ese día, sí, ese día. En la barra había tres débochcas vestidas a la última moda nadsat, esto es, pelo largo despeinado teñido de blanco y grudos postizos que sobresalían lo menos un metro y faldas muy cortas y ajustadas y ropa interior blanca y espumosa, y Toro repetía sin cesar: -Eh, podríamos meternos ahí, tres de nosotros. Al viejo Len no le interesa. Dejemos al viejo Len a solas con su Dios. -Y Len repetía sin cesar:- Yarboclos yarboclos. ¿Qué ha sido del espíritu del todos para uno y uno para todos, eh, chico? -De pronto me sentí muy muy cansado y al mismo tiempo con una energía hormigueante, y dije:

-Fuera fuera fuera fuera fuera.

-¿Adónde? -preguntó Rick, que tenía litso de rana.

-Oh, sólo a videar que sucede en el gran exterior -dije. Pero por alguna razón, hermanos míos, me sentí enormemente aburrido y algo desesperado, y esos días me había sentido así a menudo. De modo que me volví al cheloveco sentado junto a mí en el largo asiento de felpa que corría alrededor del mesto, un cheloveco somnoliento que barboteaba, y le aticé unos puñetazos en el estómago, ac ac ac, realmente scorro. Pero él ni los sintió, hermanos, y barbotó: «Carretea la virtud, ¿dónde en el extremo de las colas yacen las palopalomitas?» Así que nos largamos a la gran noche invernal.


Descendimos por el bulevar Marghanita y como no había militsos patrullando por allí, cuando encontramos a un starrio veco que venía del quiosco donde acababa de cuperar la gasetta le dije a Toro: -Muy bien, Toro, adelante si así lo deseas. -En aquellos tiempos, cada vez con más frecuencia me limitaba a dar las órdenes y videar cómo las cumplían. Toro se le echó encima y lo cracó, er er er, y los otros dos lo pisotearon y patearon, smecando todo el tiempo, y luego dejaron que se arrastrara gimoteando hasta donde vivía.


-¿Qué me dices de un delicioso vaso de algo que nos saque el frío, eh Alex? ‑propuso Toro. No estábamos lejos del Duque de Nueva York. Los otros dos dijeron sí sí sí con la cabeza, pero todos me miraron para videar si eso estaba bien. Estuve de acuerdo, así que hacia allá iteamos. Dentro del antro esperaban aquellas starrias ptitsas o harpías o bábuchcas que recordaréis del principio y todas empezaron con lo de «Buenas noches, muchachos, Dios os bendiga, chicos, no hay mejores muchachos que vosotros», esperando que nosotros dijéramos: «¿Qué vais a tomar, chicas?» Toro hizo sonar el colocolo y acudió un camarero frotándose las rucas en el delantal grasiento. -El dinero sobre la mesa, drugos -dijo Toro sacando un tintineante montón de dengo-. Escocés para nosotros y lo mismo para las viejas bábuchcas, ¿eh?


Y entonces yo dije: -Ah, al demonio. Que se lo paguen ellas. -No sabía por qué, pero en aquellos últimos tiempos me había vuelto algo tacaño. Se me había metido en la golová el deseo de guardar todos esos preciosos billetes para mí, de atesorarlos por alguna razón.


Toro dijo: -¿Qué pasa, brato? ¿Qué le sucede al viejo Alex?

-Ah, al demonio -dije yo-. No lo sé, no lo sé. Ocurre que no me gusta despilfarrar los billetes duramente ganados, eso es todo.

-¿Ganados? -dijo Rick-. ¿Ganados? No tienen por qué ganarse, como bien sabes, viejo drugo. Tomarlos, basta con tomarlos. -Y smecó realmente gronco y vi que tenía uno o dos subos menos estropeados.

-Ah -dije-, tengo que pensarlo. -Pero al videar la expresión de las viejas bábuchcas, que esperaban ansiosas un poco de alc gratis, encogí los plechos, saqué el dinero del carmano de los pantalones, billetes y monedas revueltos, y los dejé caer tintineando sobre la mesa.
-Escocés para todos, ¿verdad? -dijo el camarero, pero por alguna razón dije:
-No, muchacho, para mí será una cerveza pequeña, ¿de acuerdo?
-Esto no me gusta -dijo Len, y empezó a pasarme las rucas por la golová, como queriendo decir que yo tenía fiebre, pero le gruñí como un perro y se apartó scorro-. Está bien, está bien, drugo -dijo-. Como tú digas.
Pero Toro estaba smotando con la rota abierta algo que había salido de mi carmano junto con el precioso dinero que había dejado en la mesa.
-Bueno bueno bueno -dijo-. Y nosotros sin enterarnos.
-Dame eso -gruñí, y se lo arrebaté scorro. No me explicaba cómo había llegado allí, hermanos, pero era la fotografía que yo había recortado de una vieja gasetta, un bebé que gorjeaba gu gu gu mientras le babeaba leche de la rota y miraba arriba como smecando el mundo, y estaba todo nago y la carne toda como pliegues porque era un bebé muy gordo. Hubo un ja ja ja mientras querían arrebatarme el pedazo de papel y tuve que gruñirles de nuevo y agarré la foto y la rompí en pedazos diminutos que dejé caer como nieve. El whisky llegó al fin y las starrias bábuchcas dijeron: -Salud, muchachos, Dios los bendiga, chicos, no hay mejores muchachos que vosotros- y toda esa cala. Y una de ellas toda líneas y arrugas, sin un subo en la vieja rota hundida, dijo: -No rompas el dinero, hijo. Si tú no lo necesitas, dáselo a otros -lo cual fue muy descarado y audaz. Pero Rick dijo:
-No era dinero, oh bábuchka. Era la fotografía de un pequeño y tierno bebé.
-Ya me estoy cansando -dije yo-. Sois vosotros los bebés, todos. Mofándose y riéndose y lo único que saben hacer es smecar y arrear tolchocos bolches y cobardes a la gente, cuando ellos no pueden devolverlos.
-Bueno -dijo Toro-, siempre te habíamos tenido por el rey en esas cuestiones y además el maestro. No te encuentras bien, eso es lo que te pasa, viejo drugo.
Videé el turbio vaso de cerveza delante de mí sobre la mesa y sentí como un vómito dentro de mí, así que exclamé -Aaaaah- y arrojé por todo el suelo la cala espumosa y vonosa. Una de las ptitsas starrias comentó:
-No quiere gastar.
-Mirad, drugos, escuchad me -dije-. Por alguna razón esta noche no estoy bien de humor. No sé por qué o cómo, pero así es la cosa. Vosotros tres salid por vuestra cuenta esta noche y yo me quedo fuera. Mañana nos encontraremos en el mismo lugar y hora, y espero estar mucho mejor.
-Oh -dijo Toro-, de veras que lo siento. -Pero se le videaba un brillo en los glasos, porque esa naito él podría llevar la batuta. Poder, poder, todos quieren poder.- Podemos posponer para mañana lo que teníamos en mente -dijo Toro-, esa crastada en las tiendas de la calle Gagarin. Diversión de película y dinero todo junto, drugo.
-No -dije yo-. No posponéis nada. Adelante como si nada y según vuestro propio estilo. Ahora, yo me iteo -añadí, y me levanté de la silla.
-¿Adónde? -preguntó Rick.
-No lo sé -dije-. Necesito estar solo y aclarar unas cosas. -Era evidente que las viejas bábuchcas estaban realmente confundidas porque me marchara de aquel modo todo taciturno y no como el malchiquito animado y smecante que ellas recordaban. Pero dije:- Ah, al demonio, al demonio -y me largué odinoco a la calle.

Estaba oscuro y se estaba levantando un viento afilado como un nocho, y muy muy pocos liudos fuera. Por las calles circulaban coches patrulla cargados de brutales ras ras, y de cuando en cuando podía videarse en alguna esquina una pareja de militsos muy jóvenes que pateaban el suelo para defenderse del frío malévolo y exhalaban un aliento de vapor al aire invernal, oh hermanos míos. Supongo que en verdad se estaban acabando los tiempos de la ultraviolencia y el crastar, pues los ras ras trataban con brutalidad a quienes atrapaban, aunque se había convertido más bien en una especie de guerra entre nadsats desobedientes y ras ras, que podían ser más scorros con el nocho y la britba y con el bastón e incluso la pistola. Pero lo que me ocurría en aquellos tiempos era que eso no me importaba mucho. Era como si algo suave estuviese colándoseme dentro y no ponimaba por qué.


Tampoco sabía qué quería. Incluso la música que me gustaba slusar en mi malenca guarida era la que antes me habría hecho smecar, hermanos. Slusaba más malencas canciones románticas, lo que llaman Lieder , sólo una golosa y un piano, muy tranquilas y tiernas, muy diferente de cuando todo eran bolches orquestas y yo me tumbaba en la cama entre violines, trombones y timbales. Algo estaba ocurriendo en mi interior, y yo me preguntaba si sería alguna enfermedad o si lo que me habían hecho aquella vez estaba trastornándome la golová y me iba a volver realmente besuño.


Así pensando, con la golová gacha y las rucas en los carmanos del pantalón, recorrí la ciudad, hermanos, y al fin empecé a sentirme muy cansado y necesitado de una bolche chascha de chai con leche. Pensando en el chai tuve una súbita visión, como una fotografía de mí mismo sentado en un sillón ante un bolche fuego piteando chai, y lo más divertido y a la vez extraño era que yo parecía haberme convertido en un starrio cheloveco, de unos setenta años de edad, porque videé mi propio boloso, muy gris, y además llevaba patillas, que también eran muy grises. Pude videarme como un anciano sentado junto al fuego y entonces la imagen se desvaneció. Pero fue una experiencia como extraña.


Llegué a uno de esos mestos de té-y-café, hermanos, y a través de los grandes cristales videé que estaba atestado de liudos apagados, corrientes, de litsos pacientes e inexpresivos, que no harían daño a nadie, todos sentados allí goborando quedamente y piteando unos tés y cafés inofensivos. Iteé en el interior, fui hasta la barra y pedí un buen chai caliente con mucha moloco, y luego iteé hasta una mesa y me senté a pitearlo. Una pareja joven ocupaba aquella mesa y bebían y fumaban cánceres con filtro, y goboraban y smecaban en voz baja, pero apenas reparé en ellos y seguí bebiendo y soñando y preguntándome qué era lo que estaba cambiando en mí y qué iba a ocurrirme. Sin embargo videé que la débochca de la mesa que estaba con el cheloveco era de película, no de la clase que querrías tumbar en el suelo para darle el viejo unodós, unodós, sino que tenía un ploto y un litso de primera, y una rota sonriente y un boloso muy muy brillante y toda esa cala. Y entonces el veco que la acompañaba, que llevaba un sombrero en la golová y estaba de espaldas a mí, volvió el litso para videar el bolche reloj de pared que había en el mesto, y entonces pude videar quién era y él videó quién era yo. Era Pete, uno de mis tres drugos de los días en que éramos Georgie, Lerdo, él y yo. Era Pete, que parecía mucho mayor aunque no podía tener entonces más de diecinueve años y llevaba un pequeño bigote y un traje corriente y el sombrero puesto.


-Bueno bueno bueno, drugo -dije-, ¿cómo te va? Hace mucho, mucho tiempo que no te videaba.

Y él dijo: -Eres el pequeño Alex, ¿verdad?

-El mismo -dije-. Ha pasado mucho, mucho tiempo desde aquellos buenos tiempos de antes, muertos y enterrados. Y el pobre Georgie, según me dijeron, está bajo tierra, y el viejo Lerdo es un militso brutal, y aquí estás tú y aquí estoy yo, ¿y qué noticias tienes, viejo drugo?

-Qué manera de hablar más rara, ¿verdad? -dijo la débochca entre risitas.
-Éste es un viejo amigo -le dijo Pete a la débochca-. Se llama Alex. -Y volviéndose hacia mí añadió:- Te presento a mi mujer.

Me quedé boquiabierto. -¿Tu mujer? -balbucí-. ¿Mujer mujer mujer? Ah, no, eso no es posible. Eres demasiado joven para estar casado, viejo drugo. Imposible, imposible.


La débochca que era la mujer de Pete (imposible, imposible) soltó otra risita y le dijo: -¿Tú también hablabas de esa manera?

-Bueno... -dijo Pete, y sonrió-. Tengo cerca de veinte años. Bastante viejo para casarse, y ya hace dos meses. Tú eras muy joven y muy adelantado, recuerda.

-En fin... -Seguía como pasmado.- Me cuesta de veras hacerme a la idea, viejo drugo. Pete casado. Vaya vaya vaya.

-Tenemos un piso pequeño -dijo Pete-. Gano muy poco en State Marine Insurance, pero las cosas mejorarán, seguro. Y Georgina...
-¿Puedes repetir el nombre? -dije, con la rota aún abierta como un besuño. La mujer de Pete (mujer, hermanos) volvió a soltar otra risita.
-Georgina -dijo Pete-. Georgina también trabaja. De mecanógrafa, ¿sabes? Nos las arreglamos, nos las arreglamos. -Hermanos, no podía apartar los glasos de él, de verdad. Había crecido y tenía golosa de hombre crecido también.- Tienes que venir a vernos alguna vez -dijo Pete-. Sigues pareciendo muy joven a pesar de tus terribles experiencias. Sí sí, sí lo leímos todo. Pero, por supuesto, aún eres muy joven.
-Dieciocho -dije-. Recién cumplidos.
-Dieciocho, ¿eh? -dijo Pete-. Tan mayor ya. Bueno bueno bueno. Ahora tenemos que irnos -añadió, y le dedicó a su Georgina una mirada amorosa y oprimió una de sus rucas entre las suyas y ella le devolvió una mirada igual, oh hermanos míos-. Sí -dijo Pete mirándome-, vamos a una pequeña fiesta en casa de Greg.
-¿Greg? -dije.
-Ah, claro -dijo Pete-, tú no conoces a Greg. Greg vino después de tu época. Entró en escena mientras estabas ausente. Organiza pequeñas fiestas, reuniones de copas y juegos de palabras sobre todo. Pero muy agradables, muy tranquilas. Inofensivas, si entiendes por dónde voy.
-Sí -dije-. Inofensivas. Sí, sí, video ese verdadero espanto. -Al oír esto la débochca Georgina se rió otra vez de mis slovos. Y luegos los dos itearon a sus vonosos juegos de palabras en casa del tal Greg, quienquiera que fuese. Y yo me quedé odinoco mirando mi chai con leche, frío a aquellas alturas, pensativo e inquieto.

Tal vez fuera eso, pensé. Tal vez me estaba volviendo demasiado viejo para la clase de chisna que había llevado hasta entonces, hermanos. Acababa de cumplir dieciocho años. Con dieciocho ya no era tan joven. A los dieciocho el viejo Wolfgang Amadeus había compuesto conciertos, sinfonías, óperas y oratorios y toda esa cala, no, no cala, música celestial. Y estaba también el viejo Felix M. con la obertura de su Sueño de una noche de verano. Y había otros. Y estaba ese poeta francés citado por el viejo Benjy Britt, que había escrito sus mejores poemas antes de los quince años, oh hermanos míos. Su primer nombre era Arthur. Dieciocho no era una edad tan tierna entonces. ¿Pero qué haría?


Mientras recorría las calles oscuras y bastardas de invierno después de itear del mesto de té-y-café, videé visiones parecidas a esos dibujos de las gasettas. Alex, Vuestro Humilde Narrador, regresaba a casa del trabajo para cenar un buen plato caliente, y una ptitsa acogedora lo recibía amorosamente. Pero no conseguía videarlo, hermanos, ni imaginar quién podía ser. Sin embargo, tuve la profunda certeza de que si entraba en la habitación próxima a aquélla donde ardía el fuego y mi cena caliente esperaba sobre la mesa encontraría lo que realmente deseaba, y de pronto todo cuadró, la fotografía recortada de la gasetta y el encuentro con Pete. Porque en esa otra habitación, en una cuna, mi hijo gorjeaba gu gu gu. Sí sí sí, hermanos, mi hijo. Y sentí un bolche agujero dentro de mi ploto, que me sorprendió incluso a mí. Comprendí lo que estaba sucediendo, oh hermanos míos. Estaba creciendo.


Sí sí sí, eso era. La juventud tiene que pasar, ah, sí. Pero en cierto modo ser joven es como ser un animal. No, no es tanto ser un animal sino uno de esos muñecos malencos que venden en las calles, pequeños chelovecos de hojalata con un resorte dentro y una llave para darles cuerda fuera, y les das cuerda grrr grrr grrr y ellos itean como si caminaran, oh hermanos míos. Pero itean en línea recta y tropiezan contra las cosas bang bang y no pueden evitar hacer lo que hacen. Ser joven es como ser una de esas malencas máquinas.


Mi hijo, mi hijo. Cuando tuviera un hijo se lo explicaría todo en cuanto fuese lo suficiente starrio para comprender. Pero sabía que no lo comprendería o no querría comprenderlo, y haría todas las vesches que yo había hecho, sí, quizás incluso mataría a alguna pobre starria forella entre cotos y coschcas maullantes, y yo no podría detenerlo. Ni tampoco él podría detener a su hijo, hermanos. Y así itearía todo hasta el fin del mundo, una vez y otra vez y otra vez, como si un bolche gigante cheloveco, o el mismísimo viejo Bogo (por cortesía del bar lácteo Korova) hiciera girar y girar y girar una vonosa y grasña naranja entre las rucas gigantescas.


Pero antes de nada, hermanos, estaba la vesche de encontrar una débochca que fuera madre de ese hijo. Tendría que ponerme en esa tarea al día siguiente, pensé. Era una ocupación nueva. Era algo que tendría que empezar, un nuevo capítulo que comenzaba.


Eso es lo que va a pasar ahora, hermanos, ahora que llego al final de este cuento. Habéis acompañado a vuestro druguito Alex allá donde ha ido, habéis sufrido con él y habéis videado algunas de las acciones más brachnas y grasñas del viejo Bogo, todas sobre vuestro viejo drugo Alex. Y todo se explicaba porque era joven. Pero ahora, al final de esta historia, ya no soy joven, ya no. Alex ha crecido, oh sí.


Pero donde vaya ahora, oh hermanos míos, tengo que itear odinoco, no podéis acompañarme. Mañana es todo como dulces flores y la tierra vonosa que gira, y allá arriba las estrellas y la vieja luna, y vuestro viejo drugo Alex buscando odinoco una compañera. Y toda esa cala. Un mundo grasño y vonoso, realmente terrible, oh hermanos míos. Y por eso, un adiós de vuestro druguito. Y para todos los demás en esta historia, un profundo chumchum de música de labios: brrrrr. Y pueden besarme los scharros. Pero vosotros, oh hermanos míos, recordad alguna vez a vuestro pequeño Alex que fue. Amén. Y toda esa cala.

Lima, 06 de mayo de 2011.

2 de mayo de 2011

Karol Wojtyla y el Padre Pío


Esta es una historia de la vida real y es bastante conocida y difundida en la web. Mi  intención, por cierto, no es “contarla mejor” (cosa inaudita, porque muchos ya lo han hecho magníficamente), sino únicamente contribuir a su difusión.

Padre Pío de Pietrelcina
El Padre Pio de Pietrelcina (Pietrelcina–Italia, 25 de mayo de 1887 – San Giovanni Rotondo–Italia, 23 de septiembre de 1968), es un muy conocido santo italiano, cuyo nombre se asocia a sus estigmas, milagros y visiones del futuro. Durante muchos años, la Iglesia Católica tomó con recelo los estigmas del Padre Pío, e incluso se le inició un proceso ante el Santo Oficio para determinar si era una farsa o no. Claro, el Padre Pío veía sus estigmas y milagros como algo incómodo: él era sumamente humilde y quería pasar “desapercibido”, cosa imposible. Esta postura crítica de la Iglesia se radicalizó particularmente en el marco del Concilio Vaticano II: el Vaticano lo aisló en la capilla de San Giovanni Rotondo, pueblo en el que había fundado su “Casa Sollievo della Sofferenza’” o “Casa Alivio del Sufrimiento”, un hospital que se convirtió en su más grande obra “material”. Sólo se le permitía recibir comunicación previo filtro del Vaticano.

Angelo Battisti saludando
al Padre Pío
En el año 1962, Angelo Battisti, funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano (y al mismo tiempo, administrador de la “Casa Sollievo della Sofferenza”), recibió el encargo del Vaticano de entregarle al Padre Pío una carta. Cuenta Battisti que al llegar al convento, encontró al Padre Pío en su celda, en oración. Al mostrarle la carta, fechada el 17 de noviembre de 1962, el Padre Pío le pidió que el mismo Battisti la abriera y se la leyera. La carta, manuscrita y en latín, decía lo siguiente:

Primera Carta
“Venerable Padre, te ruego que eleves a Dios una oración por una madre de cuatro hijas, que tiene 40 años y vive en Cracovia, en Polonia. Durante la última guerra  pasó cinco años en un campo de concentración de Alemania. Está en gravísimo peligro de perder la vida a causa de un cáncer. Ruega para que Dios, por la intercesión de la Santísima Virgen, le muestre su misericordia a ella y a su familia”. En Cristo obligadísimo Karol Wojtyla”.


Luego de aguardar segundos en silencio, el Padre Pío exclamó: “¡A este no le puedo decir que no!”. Y añadió: “Angiolino, guarda esta carta porque un día será importante”.

Angelo Battisti se quedó intrigado por la respuesta del Padre Pío: ¿por qué razón, a “éste” el Padre Pío no le podía decir que no? ¿Quién era ese “éste”? Lo poco que averiguó Battisti fue que Karol Wojtyla era un joven sacerdote polaco, designado hacía pocos años como Obispo en Cracovia. La historia pudo concluir ahí, pero no. 

Once días después, Angelo Battisti retornaba con otra carta para el Padre Pío. Como en la vez anterior, el Padre Pío le pidió que abriera la carta y se la leyera, mientras él escuchaba con la cabeza recogida y en silencio. La carta decía lo siguiente:


Segunda Carta

“Venerado Padre, la mujer que vive en Cracovia, en Polonia, madre de 4 niñas, el día 21 de noviembre antes de la operación quirúrgica  se curó repentinamente. Damos gracias a Dios y también a ti venerado padre expreso mi sincero agradecimiento a nombre de la señora, de su marido  y de toda su familia. En Cristo, Karol Wojtyla, Obispo Capitular de Cracovia”.



Y una vez más, el Padre Pío le dijo: “Angiolino, guarda estas dos cartas que pueden ser útiles en el futuro”.

Ambas cartas daban fe de un grandioso e irrefutable milagro.

El joven sacerdote Karol
Wojtyla
El joven Karol Wojtyla conoció al Padre Pío en 1947, y mantuvo por años una gran amistad a pesar de la distancia. Se dice que en alguna ocasión éste le profetizó a aquél que sería Papa. Para el joven Karol, que acababa de ordenarse, eso le parecía curioso y desconcertante, lo tomaba incluso como una broma que compartía a sus amigos cercanos. 


Con los años, a mediados de los 70s, súbitamente dejó mencionar la “broma”, al darse cuenta que en realidad el Padre Pío le había hecho una profecía: en 1978, Karol Wojtyla se convertiría en Juan Pablo II, el primer Papa no italiano en cinco siglos, hoy convertido en el Beato Juan Pablo II Papa.



Lima, 1º de mayo de 2011.