Citas para reflexionar...

"Una persona exitosa es la que construye un edificio sólido con los ladrillos que le van lanzando los que quieren derribarla"
[David Brinkley].

18 de noviembre de 2008

La Tarea de Reformar el Estado, según el Sr. Miyagui

Aquellos coetáneos recordarán de los 80s la escena en la película “The Karate Kid”en la que el Sr. Miyagui le enseña a Daniel San a cortar un bonsai, indicándole que cierre los ojos y que imagine cómo sería el árbol ideal. Luego le dice que abra los ojos, que mantenga la imagen en la mente, y que la utilice como modelo. Daniel San le pregunta cómo saber si su imagen es la correcta. Entonces, el Sr. Miyagui le responde que si la imagen proviene de su interior, siempre será la correcta. No voy a discutir sobre el sentido metafísico de dicha respuesta. Pero, si lo pensamos bien, un texto constitucional no es otra cosa que un modelo de cómo deseamos que sea una sociedad y su Estado.

En los cursos de Organización del Estado y de Derechos Fundamentales, habrán notado que existen una serie de propuestas y alternativas de modelos constitucionales. Sin embargo, cuando hablamos de reformas en los claustros universitarios existe el enorme riesgo de caer en lo romántico absoluto. Y cuando se trata el problema en el mundo exterior, ya sea en el rol de consultor o funcionario, se cae en el riesgo de los parches del momento (deformado muchas veces por el componente político). Con respecto al segundo escenario, ustedes lo entenderán mejor hojeando El Peruano. Así que me centraré en el primero.

Recordando a Alberto Bustamante

Han transcurrido ya varios días -todavía no un mes- y en efecto, persiste ese sentimiento de desconcierto que tuve cuando leí el mensaje de texto que me avisaba de su deceso. No puedo decir que siento tristeza, pero sí alguna melancolía, aunque en una dimensión absolutamente egoísta, porque en el fondo sé que mi amigo Alberto está ahora mejor que muchos de nosotros. En los días que han transcurrido desde su deceso, algunos hechos cotidianos o furtivos han traído a mi mente varios recuerdos. Estas líneas sólo evocan algunos pocos de ellos.

Así, por ejemplo, recuerdo una tarde anónima de trabajo en los 90s, mirando de tanto en tanto la imagen del mar chorrillano desde su estudio personal, y la frase que soltó cuando nuestra investigación se hacía complicada y nos angustiábamos: “Jose, la neurosis llega a tal extremo, que al final terminas riendo”. Y acto seguido, cual cachetada motivacional, estallaba en carcajadas optimistas, y terminábamos nuestra labor. Alberto era un motivador genial, con ese rasgo distintivo de innegable líder transformador.