Citas para reflexionar...

"Una persona exitosa es la que construye un edificio sólido con los ladrillos que le van lanzando los que quieren derribarla"
[David Brinkley].

13 de noviembre de 2011

POR QUÉ NECESITAMOS MÁS CAPITALISMO, NO MENOS.


Traducción personal del artículo “Why we need more Capitalism, not less”, publicado originalmente en inglés el 24 de octubre de 2011 en CNNWorld [http://globalpublicsquare.blogs.cnn.com/2011/10/24/why-we-need-more-capitalism-not-less/]. Las precisiones y notas de traducción se encierran entre corchetes.

POR QUÉ NECESITAMOS MÁS CAPITALISMO, NO MENOS
Por Russ Roberts, de Asuntos Exteriores

Nota del Editor: Russ Roberts es profesor de Economía y Académico Mercatus de la George Mason University. También es investigador en la Hoover Institution de la Stanford University.

Los manifestantes [del movimiento “Occupy Wall Street” contra el 1% más rico de la población] tienen razón en una cosa: Washington ha estado engriendo a Wall Street. Pero omiten la forma más importante mediante la cual Wall Street vive del resto de nosotros. Los programas como el Programa de Alivio de Activos en Problemas [Troubled Asset Relief Program – TARP] del 2008 no son el verdadero problema. El TARP sí prestó 700 mil millones a Wall Street, pero la mayor parte ya ha sido pagada.

Hay una ayuda mucho más importante -aunque más silenciosa- que Washington ha dado a Wall Street durante los últimos 25 años: Cuando las grandes instituciones financieras están en problemas, los reguladores [policymakers] se aseguran de que sus acreedores reciban 100 centavos por dólar.

El economista Milton Friedman solía señalar que el Capitalismo es un sistema de ganancias y pérdidas. Las ganancias son incentivos para asumir riesgos. Las pérdidas fomentan la prudencia, lo que es igual de importante. En los últimos 25 años, sin embargo, la política del gobierno ha sido de “laissez-faire” en lo que respecta a las ganancias, pero socialista en lo que respecta a las pérdidas de los acreedores. Una combinación sumamente destructiva. Se ha alentado la toma imprudente de riesgos, financiada con grandes cantidades de dinero prestado. Cuando se subvenciona la imprudencia, previsiblemente obtienes más de ella.

Los rescates de los grandes acreedores –como el rescate de Continental Illinois en 1984, el rescate de México en 1995, y el intento orquestado del gobierno por salvar a los acreedores de la Gestión del Capital a Largo Plazo en 1998– envían una señal a los grandes prestamistas de que podrían perder poco o nada si las inversiones que financian se van a la quiebra. En respuesta, ello hizo a los prestamistas mucho menos prudentes, alentando a las instituciones financieras a utilizar dinero prestado, en lugar de su propio capital, para financiar el boom inmobiliario.

En lo que “Ocuppy Wall Street” se equivoca acerca de la desigualdad

Usar dinero prestado en vez de patrimonio propio permite mantener las ganancias para uno mismo. Tal disposición es siempre atractiva. Pero ¿por qué los prestamistas aceptan tales riesgos cuando no comparten las ganancias, y sobre todo cuando las inversiones son cada vez más arriesgadas? Parte de la razón es que el gobierno creó la expectativa de que los prestamistas podrían recuperar su dinero de todos modos.

Y a menudo lo hicieron. Cuando Bear Stearns quebró en marzo de 2008, el gobierno no permitió que la empresa cerrara. La Reserva Federal garantizó los “activos tóxicos” de Bear Stearns para hacer “más dulce” su adquisición por parte de JP Morgan Chase. Pero el impacto real de la operación fue que los acreedores de Bear –en su mayoría otras grandes firmas de Wall Street– no pagaron ningún precio por financiar los errores de endeudamiento de Bear. JP Morgan Chase honró las obligaciones a 100 centavos por dólar. Esto reforzó la expectativa de que las grandes empresas podían prestar y pedir prestado el uno del otro con poco o ningún riesgo. El apalancamiento temerario es lo que ocasionó la magnitud de la crisis, en lugar de algo más suave.

La creencia popular es que el fracaso para rescatar a Lehman Brothers fue lo que empeoró la crisis financiera. Pero fue el rescate de los acreedores de Bear Sterns lo que dejó que Lehman siguiera lanzando los dados, con dinero prestado, en lugar de retroceder y recaudar más capital.

El costo real para el ciudadano común ["Main Street", en oposición a Wall Street] no ha sido la transferencia de dinero de los contribuyentes a Wall Street. El costo real para el ciudadano común ha sido los préstamos imprudentes e inversiones imprudentes de Wall Street, lo que llevó a prestar trillones de dólares para construir más viviendas. Ese fue un mal uso de tan preciado capital. Los incentivos para invertir de forma inteligente han sido distorsionados. Y todavía estamos pagando el precio por el colapso de las empresas altamente apalancadas.

Esto no es Capitalismo, sino “capitalismo de amigos”. El diagnóstico que hace “Ocuppy Wall Street” sobre una simbiosis parasitaria entre Wall Street y Washington es correcto. Los engreimientos a Wall Street dejaron los préstamos fuera de control, agrandaron desnaturalizadamente los bancos, y ayudaron a justificar y financiar emisiones de bonos que, de otro modo, habrían sido mucho menores.

La lucha por la "Democracia Real" en el corazón de “Occupy Wall Street”
Sin embargo, el “uno por ciento” incluye a muchas más personas que los ejecutivos de Wall Street que han vivido a lo grande debido a la oportunidad de apalancar inversiones con dinero prestado. El “uno por ciento” incluye a Steve Jobs, cuyo fabuloso crecimiento económico hizo crecer al resto. Lo mismo ocurre con Sergey Brin y Larry Page, los fundadores de Google. Estos innovadores hacen enormes sumas de dinero, pero los beneficios para el resto de nosotros son aún más grandes. Grandes innovadores hacen que la torta económica sea más grande.



Lima, 13 de noviembre de 2011.

6 de noviembre de 2011

MUERTE VIRTUAL: UNA HISTORIA REAL (POR DESGRACIA)


Hace un par de semanas, retornaba a casa tras un largo y complicado día en el Estudio. Dada la hora, asumí que tal vez mi esposa estaba ya durmiendo, así que ya me proyectaba a distensionarme comiendo algo ligero y viendo los últimos noticieros nocturnos en el televisor de la sala.

Sin embargo, mientras estacionaba mi auto, vi con sorpresa que había luces encendidas aún. Al abrir la puerta, vi a mi esposa sentada a la mesa del comedor, frente a su laptop, con un rostro de mudo pánico y mirada llorosa, digitando frenéticamente.

- Amor, ¿qué ha pasado?
- ¡Una desgracia, he muerto, me han matado… me han matado de verdad!

Mi esposa no es en absoluto aficionada a los videojuegos, así que descarté ipso facto la idea de que había sido eliminada en “Counter Strike”. La abracé y le serví un vaso de agua. Estando algo más calmada y recostada en el sofá, me contó lo que pasaba: “¡Facebook ha dado de baja a mi perfil!”. En efecto, cual emperador romano, Facebook había bajado su pulgar al perfil de mi esposa, y había consumado el homicidio.

Aunque en teoría, muchos pudiesen pensar que se trata de un problema trivial, el hecho sí me parece sumamente grave. Para que comprendan mi perspectiva del problema, les expongo lo siguiente:

  • Nuestra libertad de expresión es un derecho fundamental. En la Era de la Información, las redes sociales son un medio valioso a través del cual ejercemos ese derecho. Si bien existen otros muchos medios para expresarnos, la internet, y específicamente las redes sociales, son un medio sencillo y de bajo costo (más aun en nuestro país, creador de las Cabinas de Internet, que en otras latitudes han rebautizado con el nombre más marketeramente aceptable de “cibercafé”).

  • De otro lado, en esta Era de la Información, las personas nos definimos frente a otros en función a la información que sobre nosotros existe y transmitimos (lo que se conoce jurídicamente como “Derecho a la Autodeterminación Informativa”). El perfil y las publicaciones en nuestro muro en una red social son expresiones de nuestras ideas, formas de pensar, etc., información que ha sido generada voluntariamente por cada uno de nosotros a lo largo de los años. Perder toda la data acumulada es realmente impactante, significa que estamos siendo borrados, como en la película “The Net” o "The Eraser".

Volviendo al problema de mi esposa, y analizando un poco los hechos precedentes, descubrimos la razón de la cancelación de su perfil.

Mi esposa es profesora en una prestigiosa universidad limeña, en las materias de Patrimonio Turístico, Técnicas de Guiar, y Psicología para Estudiantes de la Carrera de Turismo y Hotelería. Como parte de su dedicación a los temas de protección y difusión de nuestro patrimonio nacional, mi esposa suele elaborar interesantes álbumes de fotos sobre museos del Perú. Ella no sólo los ha visitado personalmente, sino que además mantiene una excelente relación con los directivos de los museos, huacas, y demás lugares de interés turístico y cultural. Cada vez que proyecta realizar una visita a un museo, huaca, ruina, parque, etc., en los días previos, mi esposa difundía en su Facebook imágenes e historias del lugar, a fin de despertar la motivación e interés de sus alumnos.

Es así que, como de costumbre, hace un par de semanas empezó a organizar una visita de estudio con sus alumnos, a uno de los más importantes y reconocidos museos privados de nuestro país: el Museo Larco, fundado en 1926, por el renombrado arqueólogo Rafael Larco Hoyle. Pueden ver la data del museo en el siguiente link: http://www.museolarco.org/acerca-museo-larco-lima-peru_p.shtml

El mencionado museo posee una las más importantes colecciones de huacos (esculturas) precolombinos. Una sección importante de los mismos, de la Cultura Mochica (norte del Perú) representa “rituales sagrados” con contenido sexual explícito, toda vez que el acto sexual era considerado por los Mochicas como algo religioso, una expresión de sus creencias. Esto no es raro, ya que lo mismo ha ocurrido en una serie de culturas antiguas de diferentes partes del mundo.

El “día de la desgracia” (o de la defunción vitual), mi esposa empezó a acopiar data e imágenes del Museo Larco, y compuso –como de costumbre– un magistral álbum de fotos con imágenes, historia, etc. Una sola de esas imágenes (de entre muchas otras que cargó a su cuenta de Facebook) estaba referida al antes aludido “ritual”. Finalizada la tarde, y tras componer su álbum, lo hizo público. Minutos después, envió un mensaje a sus alumnos. Luego de transmitir el mensaje, intentó retornar a la página para precisar algunos datos adicionales acerca de cómo llegar al museo. Fue entonces cuando notó con sorpresa y espanto que algo no andaba bien. En menos de 15 minutos, Facebook había detectado la fotografía del huaco precolombino “ritualista”, arbitrariamente lo catalogó de pornográfico y, unilateralmente, dio de baja al perfil de mi esposa. El homicidio estaba consumado.

En cada intento de ingresar a su cuenta, Facebook le envió un mensaje que indicaba que le había “dado de baja” por la “difusión de material no permitido”, presumiblemente pornográfico. La primera idea que tuvimos fue que Facebook debió enviar un mensaje previo de advertencia. Pues no: una muy breve indagación en Google nos permitió descubrir que Facebook “tiene la facultad” de enviar una comunicación previa de advertencia “si lo estima conveniente”. En otras palabras, Facebook puede eliminarte sin aviso previo, y peor aún, sin darte explicaciones concretas. Su sólo argumento es que, a su criterio, habrías violado “algunas de las prohibiciones” de sus Condiciones.

En Google también descubrimos varios hechos desconcertantes: muchas personas alrededor del mundo han sido víctimas de la arbitrariedad de Facebook. Así, por ejemplo, el pintor francés Gustave Courbet vio cancelada su cuenta en la popular red social, por colgar la imagen de una de sus famosas y galardonadas pinturas de desnudo, “El Origen del Mundo”, que se exhibe en el Museo de Orsay.

Por otro lado, la banda española de indy-pop “Love of Lesbians”, de Barcelona, también vio cancelado su perfil de Facebook, aunque en su caso, el hecho es más que inaudito: Facebook alegó que había “matado” el perfil por tener “contenido pornográfico”, cuando en realidad, ninguna de las imágenes cargadas mostraba siquiera desnudos o actos reñidos con la moral. Facebook simplemente, de manera prejuiciosa, asumió que el contenido era pornográfico POR EL NOMBRE DE LA BANDA.

En nuestro país, el caso más sonado ha sido el de Gianmarco Zignaño. Su caso es de antología, ya que este año, 2011, Facebook le canceló la cuenta, por una causa totalmente diferente: Facebook no asumió la existencia de material pornográfico, ni presumió alguna incitación al terrorismo, ni consideró la existencia de una aparente defensa del consumo de drogas, ni estimó que el perfil del cantante promoviera “actos antiamericanos” (al estilo de las persecuciones “maccarthystas”), o por cualquier otra causa similar. Simplemente a Facebook LE PARECIÓ que Gianmarco Zignaño NO ERA ÉL sino un suplantador [!!!???]. El popular cantante, a través de Twitter, pidió a sus fans que se unan a su lucha, que envíen mensajes a Facebook de apoyo a su causa. Finalmente, tras días de presión y de frustración (porque se llegó a pensar que ya no había esperanzas), Facebook reactivó la cuenta, sin reconocer error alguno.

Siempre cabe la siguiente pregunta: si Facebook se cree más proteccionista que el Gran Hermano de Orwell, si se ha instituido en el más acérrimo seguidor de la Teoría Decisionista de Carl Schmidt, y pretender actuar de defensor de la moralidad (o de lo que éste considera como moral), ¿por qué no filtra ni elimina los cientos de perfiles y páginas neonazis, racistas, con contenido sexual explícito, e incluso sobre ofensas a menores, que alberga en sus megaservidores de Palo Alto, California? Si no me creen, googleen y verán los cientos de resultados que yo también he visto con sorpresa y desconcierto (no cuelgo imágenes ni menciono las páginas, porque no vaya a ser que los algoritmos de Facebook los identifiquen y me bloqueen el perfil).

En el caso de mi esposa, mi primera reacción como abogado fue demandar. Sí, es verdad, es una opción. Pero existen dos obstáculos, uno formal y otro de fondo: en lo formal, de acuerdo a las Condiciones que publica Facebook en su web (hay un diminuto link al final de la página), el juez competente es el Juez del Condado de Santa Clara, es decir, en Silicon Valley, California. Ahora bien, en cuanto al obstáculo de fondo, debemos tener presente que cuando aceptamos las Condiciones al inscribir nuestro perfil, NOSOTROS estamos otorgando a Facebook pleno control de la cuenta, incluso la posibilidad de cerrarla sin motivo alguno y sin responsabilidad. En otras palabras, seamos consecuentes y asumamos nuestra parte de culpa.

En el caso de mi esposa, el daño ha sido grave: la información acumulada y perdida viene del año 2008 hasta la fecha (documentos, fotos, pensamientos, notas, videos, links, etc.). Además, ha perdido comunicación virtual con sus más de 3,000 contactos, así como con los más de 950 miembros de su Página (relacionada a su perfil) sobre temas turísticos, la cual ha quedado sin administrador y próxima a ser dada de baja. Ha perdido contacto virtual con muchos exalumnos y ahijados (ella ha sido madrina de varias promociones universitarias). Su cuenta de Scribd (web que almacena documentos en pdf) fue creada sobre la base de la cuenta de Facebook, y ahora, dicha cuenta se encuentra en un limbo, sin posibilidad de acceder a ella ni de recuperar los documentos almacenados allí. Como muchos, ella usaba la aplicación de Facebook de recordatorio de los Cumpleaños para saludar a sus amigos más queridos, cosa que ya no puede hacer. Lo más grave en el plano profesional es que ha perdido la membresía a las páginas de Universidades e Instituciones Públicas y Privadas, Nacionales e Internacionales, con las cuales mantenía contacto por temas de trabajo y de docencia.

Una de las primeras cosas que hizo mi esposa fue relanzar su perfil de Google+. Mi sugerencia de nombrar a su nuevo perfil “Malena’s Resurrection” no tuvo acogida, pero bueno, finalmente, llámese como se llame, ha vuelto a la web. Durante todos estos días, sin embargo, mi esposa ha escrito compulsiva y diariamente, a Facebook, expresando su queja y malestar, y pidiendo la reactivación de su cuenta, a las siguientes direcciones de correo electrónico que proporciona el mismo Facebook y que además figura en los blogs de otros tantos usuarios víctimas de similares medidas:


Según Facebook, te contestan entre 48 horas y 2 semanas. Hasta la fecha (ya se han cumplido 2 semanas), mi esposa no ha tenido respuesta.

El tragicómico epílogo para mi esposa tuvo lugar el día de ayer, sábado 05 de noviembre, durante la realización de la programada visita de estudio al Museo Larco, con sus alumnos. Comprenderán su reacción cuando estuvo frente a frente al huaco ceremonial cuya fotografía generó la cancelación de su perfil: “¡He aquí al culpable de mi desgracia!”. A pesar de todo, creo que lo sobrellevó bien: le contó calmadamente el episodio a sus alumnos y, luego, más animada por el respaldo recibido, hasta bromeó con ellos sobre el asunto.

Este incidente hace que reflexione acerca de los cuidados que debo tomar para prevenir situaciones como la descrita en este post. Hablo en primera persona, porque no deseo arrogarme el rol de moralista. No puedo negar que esté expuesto a ser objeto de uno de estos errores de Facebook. Yo también soy profesor universitario, cuelgo información referida a temas sobre derechos fundamentales o temas de actualidad, y tal vez alguna frase o imagen puede ser malinterpretada por un veinteañero digitador de Palo Alto, lego (por no decir ignorante) en la materia, y que se limita a revisar sus impersonales algoritmos. Bueno, pues, en lo personal, pienso adoptar las siguientes medidas:

  • Primero: Retomar mi cuenta de Google+ y usarla junto con Facebook como “espejo” de ésta.
  • Segundo: Hacer un backup de mi información de Facebook, en especial de los contactos, y traspolarlos (si es que mis contactos acceden) a Google+.
  • Tercero: Desvincular mi cuenta de Scribd de Facebook, de manera tal que si cae esta última, no pierda el control de la primera.
  • Cuarto: Sobre la página de Facebook vinculada a mi perfil, nombrar más de un administrador, de manera tal que no pierda el control de dicha página.
  • Quinto: Retomar el contacto directo y personal con mis amigos, ya que experiencias como éstas deben ser una oportunidad para revalorar y redescubrir que uno de los mayores placeres y alegrías de la vida es reunirse con ellos, tomar alguna taza de café o una cerveza, estrecharles la mano o abrazarlos, conversar con ellos, y que nuestra dimensión social sea más real y menos virtual.

Hago votos por que Facebook no bloquee mi perfil tras retransmitir este post en mi muro. Si no, nos vemos en Google+.

Lima, 06 de noviembre de 2011.