Hace un par de semanas,
retornaba a casa tras un largo y complicado día en el Estudio. Dada la hora,
asumí que tal vez mi esposa estaba ya durmiendo, así que ya me proyectaba a
distensionarme comiendo algo ligero y viendo los últimos noticieros nocturnos
en el televisor de la sala.
Sin embargo, mientras
estacionaba mi auto, vi con sorpresa que había luces encendidas aún. Al abrir
la puerta, vi a mi esposa sentada a la mesa del comedor, frente a su laptop,
con un rostro de mudo pánico y mirada llorosa, digitando frenéticamente.
- Amor, ¿qué ha pasado?
- ¡Una desgracia, he
muerto, me han matado… me han matado de verdad!
Mi esposa no es en
absoluto aficionada a los videojuegos, así que descarté ipso facto la idea de que había sido eliminada en “Counter Strike”.
La abracé y le serví un vaso de agua. Estando algo más calmada y recostada en
el sofá, me contó lo que pasaba: “¡Facebook
ha dado de baja a mi perfil!”. En efecto, cual emperador romano, Facebook había bajado su pulgar al perfil de mi esposa, y había consumado el homicidio.
Aunque en teoría, muchos
pudiesen pensar que se trata de un problema trivial, el hecho sí me parece
sumamente grave. Para que comprendan mi perspectiva del problema, les expongo
lo siguiente:
- Nuestra libertad de expresión es un derecho
fundamental. En la Era de la Información, las redes sociales son un medio
valioso a través del cual ejercemos ese derecho. Si bien existen otros muchos
medios para expresarnos, la internet, y específicamente las redes sociales, son
un medio sencillo y de bajo costo (más aun en nuestro país, creador de las Cabinas
de Internet, que en otras latitudes han rebautizado con el nombre más marketeramente
aceptable de “cibercafé”).
- De otro lado, en esta Era de la Información, las
personas nos definimos frente a otros en función a la información que sobre
nosotros existe y transmitimos (lo que se conoce jurídicamente como “Derecho a
la Autodeterminación Informativa”). El perfil y las publicaciones en nuestro
muro en una red social son expresiones de nuestras ideas, formas de pensar,
etc., información que ha sido generada voluntariamente por cada uno de nosotros
a lo largo de los años. Perder toda la data acumulada es realmente impactante, significa
que estamos siendo borrados, como en la película “The Net” o "The Eraser".
Volviendo al problema
de mi esposa, y analizando un poco los hechos precedentes, descubrimos la razón
de la cancelación de su perfil.
Mi esposa es profesora en una prestigiosa universidad limeña, en las materias de Patrimonio
Turístico, Técnicas de Guiar, y Psicología para Estudiantes de la Carrera de
Turismo y Hotelería. Como parte de su dedicación a los temas de protección y
difusión de nuestro patrimonio nacional, mi esposa suele elaborar interesantes
álbumes de fotos sobre museos del Perú. Ella no sólo los ha visitado
personalmente, sino que además mantiene una excelente relación con los
directivos de los museos, huacas, y demás lugares de interés turístico y
cultural. Cada vez que proyecta realizar una visita a un museo, huaca, ruina,
parque, etc., en los días previos, mi esposa difundía en su Facebook imágenes e
historias del lugar, a fin de despertar la motivación e interés de sus alumnos.
Es así que, como de
costumbre, hace un par de semanas empezó a organizar una visita de estudio con
sus alumnos, a uno de los más importantes y reconocidos museos privados de
nuestro país: el Museo Larco, fundado en 1926, por el renombrado arqueólogo
Rafael Larco Hoyle. Pueden ver la data del museo en el siguiente link: http://www.museolarco.org/acerca-museo-larco-lima-peru_p.shtml
El mencionado museo posee
una las más importantes colecciones de huacos (esculturas) precolombinos. Una
sección importante de los mismos, de la Cultura Mochica (norte del Perú) representa
“rituales sagrados” con contenido sexual explícito, toda vez que el acto sexual
era considerado por los Mochicas como algo religioso, una expresión de sus
creencias. Esto no es raro, ya que lo mismo ha ocurrido en una serie de
culturas antiguas de diferentes partes del mundo.
El “día de la desgracia”
(o de la defunción vitual), mi esposa empezó a acopiar data e imágenes del
Museo Larco, y compuso –como de costumbre– un magistral álbum de fotos con imágenes,
historia, etc. Una sola de esas imágenes (de entre muchas otras que cargó a su
cuenta de Facebook) estaba referida al antes aludido “ritual”. Finalizada la
tarde, y tras componer su álbum, lo hizo público. Minutos después, envió un
mensaje a sus alumnos. Luego de transmitir el mensaje, intentó retornar a la
página para precisar algunos datos adicionales acerca de cómo llegar al museo. Fue entonces cuando notó con sorpresa y espanto que algo no andaba bien. En menos
de 15 minutos, Facebook había detectado la fotografía del huaco precolombino “ritualista”,
arbitrariamente lo catalogó de pornográfico y, unilateralmente, dio de baja al
perfil de mi esposa. El homicidio estaba consumado.
En cada intento de
ingresar a su cuenta, Facebook le envió un mensaje que indicaba que le había “dado
de baja” por la “difusión de material no permitido”, presumiblemente pornográfico.
La primera idea que tuvimos fue que Facebook debió enviar un mensaje previo de
advertencia. Pues no: una muy breve indagación en Google nos permitió descubrir
que Facebook “tiene la facultad” de enviar una comunicación previa de
advertencia “si lo estima conveniente”. En otras palabras, Facebook puede
eliminarte sin aviso previo, y peor aún, sin darte explicaciones concretas. Su
sólo argumento es que, a su criterio, habrías violado “algunas de las
prohibiciones” de sus Condiciones.
En Google también
descubrimos varios hechos desconcertantes: muchas personas alrededor del mundo
han sido víctimas de la arbitrariedad de Facebook. Así, por ejemplo, el pintor
francés Gustave Courbet
vio cancelada su cuenta en la popular red social, por colgar la imagen de una
de sus famosas y galardonadas pinturas de desnudo, “El Origen del Mundo”, que
se exhibe en el Museo de Orsay.
Por otro lado, la banda española de
indy-pop “Love of Lesbians”, de Barcelona, también vio cancelado su perfil de
Facebook, aunque en su caso, el hecho es más que inaudito: Facebook alegó que había
“matado” el perfil por tener “contenido pornográfico”, cuando en realidad,
ninguna de las imágenes cargadas mostraba siquiera desnudos o actos reñidos con
la moral. Facebook simplemente, de manera prejuiciosa, asumió que el contenido
era pornográfico POR EL NOMBRE DE LA BANDA.
En nuestro país, el caso más sonado ha
sido el de Gianmarco Zignaño. Su caso es de antología, ya que este año, 2011, Facebook le canceló la cuenta, por una causa totalmente
diferente: Facebook no asumió la existencia de material pornográfico, ni
presumió alguna incitación al terrorismo, ni consideró la existencia de una
aparente defensa del consumo de drogas, ni estimó que el perfil del cantante promoviera
“actos antiamericanos” (al estilo de las persecuciones “maccarthystas”), o por cualquier otra causa similar. Simplemente a
Facebook LE PARECIÓ que Gianmarco Zignaño NO ERA ÉL sino un suplantador [!!!???].
El popular cantante, a través de Twitter, pidió a sus fans que se unan a su
lucha, que envíen mensajes a Facebook de apoyo a su causa. Finalmente, tras
días de presión y de frustración (porque se llegó a pensar que ya no había
esperanzas), Facebook reactivó la cuenta, sin reconocer error alguno.
Siempre cabe la siguiente pregunta: si
Facebook se cree más proteccionista que el Gran Hermano de Orwell, si se ha
instituido en el más acérrimo seguidor de la Teoría Decisionista de Carl Schmidt,
y pretender actuar de defensor de la moralidad (o de lo que éste considera como
moral), ¿por qué no filtra ni elimina los cientos de perfiles y páginas
neonazis, racistas, con contenido sexual explícito, e incluso sobre ofensas a
menores, que alberga en sus megaservidores de Palo Alto, California? Si no me creen, googleen
y verán los cientos de resultados que yo también he visto con sorpresa y
desconcierto (no cuelgo imágenes ni menciono las páginas, porque no vaya a ser que los algoritmos de Facebook los identifiquen y me bloqueen el perfil).
En el caso de mi esposa, mi primera
reacción como abogado fue demandar. Sí, es verdad, es una opción. Pero existen
dos obstáculos, uno formal y otro de fondo: en lo formal, de acuerdo a las
Condiciones que publica Facebook en su web (hay un diminuto link al final de la
página), el juez competente es el Juez del Condado de Santa Clara, es decir, en
Silicon Valley, California. Ahora bien, en cuanto al obstáculo de fondo, debemos
tener presente que cuando aceptamos las Condiciones al inscribir nuestro
perfil, NOSOTROS estamos otorgando a Facebook pleno control de la cuenta,
incluso la posibilidad de cerrarla sin motivo alguno y sin responsabilidad. En otras
palabras, seamos consecuentes y asumamos nuestra parte de culpa.
En el caso de mi esposa, el daño ha sido grave:
la información acumulada y perdida viene del año 2008 hasta la fecha (documentos,
fotos, pensamientos, notas, videos, links, etc.). Además, ha perdido comunicación
virtual con sus más de 3,000 contactos, así como con los más de 950 miembros de
su Página (relacionada a su perfil) sobre temas turísticos, la cual ha quedado
sin administrador y próxima a ser dada de baja. Ha perdido contacto virtual con
muchos exalumnos y ahijados (ella ha sido madrina de varias promociones
universitarias). Su cuenta de Scribd (web que almacena documentos en pdf) fue
creada sobre la base de la cuenta de Facebook, y ahora, dicha cuenta se encuentra
en un limbo, sin posibilidad de acceder a ella ni de recuperar los documentos
almacenados allí. Como muchos, ella usaba la aplicación de Facebook de recordatorio
de los Cumpleaños para saludar a sus amigos más queridos, cosa que ya no puede
hacer. Lo más grave en el plano profesional es que ha perdido la membresía a las
páginas de Universidades e Instituciones Públicas y Privadas, Nacionales e
Internacionales, con las cuales mantenía contacto por temas de trabajo y de
docencia.
Una de las primeras cosas que hizo mi
esposa fue relanzar su perfil de Google+. Mi sugerencia de nombrar a su nuevo
perfil “Malena’s Resurrection” no tuvo acogida, pero bueno, finalmente, llámese
como se llame, ha vuelto a la web. Durante todos estos días, sin embargo, mi
esposa ha escrito compulsiva y diariamente, a Facebook, expresando su queja y
malestar, y pidiendo la reactivación de su cuenta, a las siguientes direcciones
de correo electrónico que proporciona el mismo Facebook y que además figura en
los blogs de otros tantos usuarios víctimas de similares medidas:
Según Facebook, te contestan entre 48
horas y 2 semanas. Hasta la fecha (ya se han cumplido 2 semanas), mi esposa no
ha tenido respuesta.
El tragicómico epílogo para mi esposa
tuvo lugar el día de ayer, sábado 05 de noviembre, durante la realización de la programada visita de estudio
al Museo Larco, con sus alumnos. Comprenderán su reacción cuando estuvo frente
a frente al huaco ceremonial cuya fotografía generó la cancelación de su perfil:
“¡He aquí al culpable de mi desgracia!”.
A pesar de todo, creo que lo sobrellevó bien: le contó calmadamente el episodio
a sus alumnos y, luego, más animada por el respaldo recibido, hasta bromeó con
ellos sobre el asunto.
Este incidente hace que reflexione acerca
de los cuidados que debo tomar para prevenir situaciones como la descrita en este post. Hablo en
primera persona, porque no deseo arrogarme el rol de moralista. No puedo negar
que esté expuesto a ser objeto de uno de estos errores de Facebook. Yo también
soy profesor universitario, cuelgo información referida a temas sobre derechos
fundamentales o temas de actualidad, y tal vez alguna frase o imagen puede ser
malinterpretada por un veinteañero digitador de Palo Alto, lego (por no decir
ignorante) en la materia, y que se limita a revisar sus impersonales algoritmos.
Bueno, pues, en lo personal, pienso adoptar las siguientes medidas:
- Primero: Retomar mi cuenta de Google+ y usarla junto con
Facebook como “espejo” de ésta.
- Segundo: Hacer un backup de mi información de Facebook, en
especial de los contactos, y traspolarlos (si es que mis contactos acceden) a
Google+.
- Tercero: Desvincular mi cuenta de Scribd de Facebook, de
manera tal que si cae esta última, no pierda el control de la primera.
- Cuarto: Sobre la página de Facebook vinculada a mi perfil, nombrar más de un administrador, de manera tal que no pierda el control de dicha página.
- Quinto: Retomar el contacto directo y personal con mis
amigos, ya que experiencias como éstas deben ser una oportunidad para revalorar
y redescubrir que uno de los mayores placeres y alegrías de la vida es reunirse
con ellos, tomar alguna taza de café o una cerveza, estrecharles la mano o
abrazarlos, conversar con ellos, y que nuestra dimensión social sea más real y
menos virtual.
Hago votos por que Facebook no bloquee mi
perfil tras retransmitir este post en mi muro. Si no, nos vemos en Google+.
Lima, 06 de noviembre de 2011.