El cumpleañero. |
Este ha sido un año peculiar. A diferencia de otros, esta Navidad no hice una publicación previa en mi Blog. Tampoco mandé un saludo con antelación. La razón: Han sido días de mucha carga en la oficina, lo cual me llevó a trabajar la mañana del sábado 22 y preparar una serie de documentos el domingo 23 para 2 reuniones programadas para la mañana del 24. Afortunadamente, mi esposa y yo logramos arreglar y decorar la casa la madrugada de 24 (incluyendo instalación y adorno del árbol, el armado de nuestros 02 nacimientos, colocación de las cascadas de luces en la azotea, decoración de la jaula de nuestros periquitos, y luces en el pasamanos de la escalera que llega al departamento). Y, bueno, hacer las últimas compras navideñas al mediodía del 24 no fue nada simpático.
Nido construido en lugar estratégico, fuera de mi balcón |
Pero lo anterior no es la historia que deseo compartir (ahora que lo pienso, más parece una lista de quejas). La verdadera historia empieza así: Hace dos semanas, mientras mi esposa acomodaba las plantas del departamento, salió al balcón y en una de las esquinas, por la parte exterior, advirtió el nido construido por una pareja de palomas. La hembra estaba empollando 2 huevos, mientras el macho llegaba cada cierto tiempo a darle alimento y a vigilar el nido. No era la primera vez que mi esposa -y yo por accesión- nos involucrábamos en una experiencia así. Sin poder colocar la planta deseada en ese espacio, Malena optó por cuidar a la feliz pareja de futuros padres, pero con cautela y a distancia, para no asustarlos.
La semana anterior a la Navidad, los dos pichones nacieron. Los padres se turnaban para ir a buscar comida. Todo estaba así, hasta que la noche del 23, mientras estábamos ordenando y adornando la casa, mi esposa manifestó estar preocupada porque ese día por la mañana, un grupo de niños se paseó por el vecindario manipulando pirotécnicos, lo que generó que las palomas se asustaran y volaran, sin retornar. Ya era de noche, no podíamos ver el nido, y acercar una linterna hubiese asustado a los padres palomos, en caso hubiesen retornado. Como no escuchamos ruido alguno, concluimos en que, si nos padres no hubiesen retornado, los pichones hubiesen estado llorando.
Los recién nacidos, rescatados. |
Al día siguiente, 24 de diciembre, salí muy temprano a la oficina. Terminada mi última reunión, llamé a casa antes de zambullirme en las hordas descontroladas de algún emporio comercial para terminar las compras navideñas. Malena me dijo que estaba preocupada porque no había visto a los padres palomos, y que los pequeños habían estado piando desde muy temprano. Aparentemente, habían pasado la noche solos, dándose calor uno al otro. Le dije que esperemos, ya que tal vez los padres habían llegado y habían vuelto a salir a buscar comida.
Luego de hacer las compras, fui a recoger a mis padres, quienes pasaron la Navidad con nosotros. Llegamos a la casa para el almuerzo, y entre tertulia y algunos ajustes navideños a las luces y al nacimiento con ayuda de mi papá, pasó la hora. Eran las 6:30 p.m. aproximadamente cuando mi mamá, a quien Malena le contó lo de los pichones, se asomó al balcón y me dijo que estaban solos y piando. Eso terminó por convencerme: Todos sabemos que las aves de la calle suelen dormir temprano, alrededor de las 4 y 5 p.m. Definitivamente, a las 6:30, los padres palomos tendrían que haber retornado. Ello sólo significaba que los pequeños se habían quedado solos.
Los motivos pueden ser diversos: los cohetecillos pudieron haberlos asustadoy desorientado, o en la huida pudieron ser presas de gatos o de los propios pirotécnicos, etc. Pero ése no es el punto. El problema era que 2 pequeños pichones de paloma habían quedado solos, y aquella tarde en La Molina, el clima se había mostrado particularmente sombrío y hasta con garúa. Además, si los padres palomos no habían retornado desde la mañana del 23, ello significaba que los pequeños no comían desde el día anterior. En realidad, el frío pudo haberlos matado, pero al ser 2 hermanitos, ambos se dieron calor mutuamente.
Mi padre me enseñó algo importante: ante un problema, dejemos el lamento y la búsqueda de culpables o de explicaciones a un lado. Lo que se necesita es una solución. Y eso hicimos: yo me fui a buscar maíz, mientras mi padre, mi esposa y mi mamá hacían maniobras para alcanzar el nido y rescatar a los polluelos.
Preparando a uno de los pichones, para comer. |
Al retornar con el maíz (compré 3 tipos, porque no sabía cuál era el correcto), los pequeñines ya estaban instalados en una caja de zapatos forrada con una mantita polar. Mi padre (que a lo largo de su vida ha sido boxeador, nadador, marino, electricista, cocinero, etc., cultivando numerosas y valiosas experiencias) dirigió a mi esposa en el proceso de molienda del maíz. La mezcla de granos molidos con poca agua se convirtió en comida. El problema ahora era lograr que comieran. Mi padre, con absoluta destreza, les abrió el pico mientras mi esposa depositaba la comida. Estaban famélicos y sedientos. Como todo bebé pequeño, lo que más necesitaban era comer y dormir. Y eso es lo que tuvo ocupados la Nochebuena y este Día de Navidad.
No puedo calificar de “regalo” la llegada de estos dos pequeños, por las trágicas circunstancias de su abandono. Pero sí han sido toda una experiencia navideña. Nuestros periquitos no han mostrado signos de celos o de recelos, parecen comprender que debemos asistir y cuidar a los pichones que apenas están cubiertos con pelusas y cañoncitos que con el tiempo se convertirán en plumas.
El más pequeño es el más movido. |
Sabemos que crecerán rápido, y que llegado el momento, deberán partir (algo en lo que, desde ya, vengo concientizando a mi esposa, porque es la naturaleza de las palomas, pretender conservarlos o encerrarlos iría contra dicha naturaleza). Entre tanto, debemos alimentarlos 4 veces al día y procurarles calor. El sábado veremos de llevarlos al Dr. Plumas para que los examinen y vean cómo van.
Tras la última ración, los hicimos dormir. Luego, empezó nuestra cena navideña. Mis padres saludaron a mis hermanas por el VideoChat de Facebook. A la medianoche oramos junto al nacimiento y le cantamos “Cumpleaños Feliz” al agasajado. Tras ello, disfrutamos de una grata "externalidad positiva": un asombroso espectáculo de fuegos artificiales sobre toda La Molina, desde el balcón de mi casa.
Breve muestra de los fuegos artificiales desde mi balcón
Blanquín y Azulín. |
Con las emociones del día, nos acordamos de los regalos recién al mediodía de hoy, 25 de diciembre, debido a una cuestión “periquitil”: mi mamá se acordó de que tenía consigo el regalo de Navidad para nuestros periquitos: 2 mazorcas de un muy jugoso choclo serrano, el mejor regalo que han recibido. Luego del momento de los regalos y de la muy amena terturlia, dejamos a mis padres en su casa después del almuerzo, retornamos a seguir atendiendo a los recién nacidos, nos enganchamos a la maratón de The Big Bang Theory, y he hecho un alto a un escrito de demanda que estoy elaborando para mañana, para redactar esta historia.
Esta ha sido mi inusual Navidad 2012. Muchas gracias, Dios, porque me has regalado experiencias curiosas y nuevas, y por recordarme de esa manera que la Navidad, como nacimiento, a fin de cuentas es la celebración de la Vida.
Lima, 25 de diciembre de 2012.
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