Empiezo diciendo que soy un ex-PPKausa (no con carnet o de local partidario, sino por afinidad y por simpatía). Y lo preciso transparentemente, para no ocultar simpatías políticas. Trataré de hacer unas reflexiones lo más desapasionadas posibles, aunque ser total e incoloramente objetivos no es factible, no somos robots.
La gran pregunta que pretendo responderme es ¿qué pasó en este proceso electoral? Es una pregunta ambiciosa, y es sumamente probable que este post no la agote ni responda. Pero por algún lado debo empezar.
Lo que escribo a continuación no sigue ningún orden metodológico, se trata de ideas que he venido transcribiendo casi tan pronto como se me iban ocurriendo (puliendo la redacción y la ortografía en la medida de lo posible). Pido por eso disculpas anteladas y agradezco la comprensión si parece existir cierto desorden.
Las denuncias de “guerra sucia”
Desde casi el inicio de la campaña electoral, hemos escuchado acerca de “la guerra sucia”. Debo advertir que la libertad tiene como necesaria contracarátula a la responsabilidad, algo que muchos parecen olvidar. Ello significa que si adoptamos una opción o camino de manera libre, deberemos asumir las consecuencias buenas y malas de dicha decisión. Eso es ser responsable. En consecuencia, si so pretexto de la campaña electoral uno empaña honras y reputaciones sin más asidero que el apasionamiento, la especulación y/o la imaginación, uno deberá asumir la correspondiente responsabilidad, sea civil, penal, administrativa y/o moral.
Dicho esto, y dejando de lado el tema de la veracidad o no de las “acusaciones” calificadas de “guerra sucia”, opino que, dichos “ataques de guerra sucia” a mi humilde criterio no son más que excusas que pretenden tapar los propios errores. Robert Kiyosaki señaló en su famoso libro “Padre Rico, Padre Pobre” que “si sigues pensando que el problema son los otros y no tú, entonces no podrás hacer nada para cambiarlo”.
La “guerra sucia” ha existido desde que existe el Estado Moderno y la Democracia Representativa. A nadie en su sano juicio se le ocurriría hoy en día acusar a Marat y a su periódico “L'Ami du Peuple” de guerra sucia, pero estoy convencido de que sus publicaciones eran mucho más brutales de lo que cualquier político contemporáneo podría soportar. Y mucho menos podría señalarse a los periodistas Woodward y Bernstein de haber "desestabilizado el sistema americano” al ensañarse contra Nixon en plena Guerra Fría.
Pero volviendo al tema de la guerra sucia, si estás en política, y estás por iniciar o ya estás en plena campaña electoral, sabes que los ataques surgirán. ¿Qué le queda al político experimentado? Elaborar, ya como consigna, su plan de “control de daños” de manera permanente. Y saber responder.
A mi modo de ver, cuando un político acusa a otros de “Guerra Sucia”, se presentan los siguientes “escenarios explicativos”:
a. Si la acusación de “guerra sucia” se hace a sabiendas de lo antes expuesto (algo que llamaré, la actitud del “candidato razonable”), entonces lo que busca es victimizarse y ganar simpatías ya sea por la compasión que inspire o por la aversión que logre motivar contra sus oponentes. Para ello, previamente el candidato astuto habrá adoptado todas las medidas para que ello sea tomado así por la opinión pública.
b. Si la acusación se hace “ciegamente”, convencido de la “acogida popular” de su reclamo, ello significa que algún grupo de asesores ha secuestrado la sensatez del candidato; o simplemente estamos ante un candidato inexperto o poco preparado. Demás está decir que, como lo señalaba Sun Tzu, “el general que tienen el orgullo delicado, perderá la guerra”. La verdad es que, si eres candidato y realmente te sientes atacado en tu honor y reputación por alegaciones cuya falsedad puedes probar, entonces estás ante un tema legal y debes dejárselo a tus abogados para que tomen acciones y proseguir con tu campaña. Y si consideras que iniciar acciones pueden victimizar a tu oponente, entonces evalúa los pasos a dar. Pero, en el presente escenario, exponer voluntariamente tu denuncia con sabor a ira ante la opinión pública, esperando generar compasión (aunque la quieras etiquetar de cualquier otra forma), es una ruleta rusa.
La “Influencia” de la Prensa
Desde 1990, está demostrado que en nuestro país, tener el control de los medios no asegura al candidato la victoria, y más aún, genera un “voto revanchista” del electorado. Tal es nuestro perfil como sociedad consumidora de publicidad electoral.
En nuestro medio, esto debiera ser una verdad de perogrullo, no obstante, parece haber sido algo “sorprendente” para muchos. Trato de hallar explicación en la juventud de nuestro electorado, que no guarda en su disco duro mental procesos electorales de más de una década de antigüedad.
Advierto que utilizo la palabra “control” de la manera más amplia y general. No significa que el candidato sea dueño del medio de comunicación o que lo tenga plenamente subordinado a su antojo, pero sí que puede lograr que el medio transmita determinadas ideas, deforme otras, minimice otras tantas, etc.
¿Cómo he visto el presente proceso electoral? Hasta antes de la primera vuelta electoral, los medios mayoritariamente apoyaron, sea por acción o por omisión, a Alejandro Toledo. Algunos medios fueron incluso mucho más directos y me refiero al grupo El Comercio, Canal N, América TV, y el Grupo La República. Comprensible y humanamente, nunca lo reconocerán, pero el ciudadano sabe y se da cuenta de lo que ocurre.
Claro, siempre hay excepciones dentro de un mismo canal. Así, por ejemplo, si bien era más que evidente todo el despliegue informativo de todos los medios con relación a las actividades del candidato Toledo, Jaime de Althaus tenía una natural simpatía por PPK. A mi modo de ver, durante la primera vuelta, Althaus era “la rara avis” del grupo toledista, a la que debían tolerar si querían guardar las apariencias de medio “plural”.
Con lo que los medios tradicionales no contaban era con la redes sociales y su importante rol en estas elecciones. Esto no debía ser una sorpresa. Ya para las elecciones municipales, en su fase final, las redes sociales habían comenzado a desplegarse, especialmente después del debate entre Susana Villarán y Lourdes Flores, al punto que contribuyeron el algo a cerrar la diferencia entre ambas candidatas.
Era muy miope no darse cuenta de lo que estaba ocurriendo en el país y en el mundo, y resultaba en extremo maniqueo pretender atribuir dicha vía de información únicamente a las clases más pudientes de Lima. Aunque no a toda la población, las redes sociales llegan a un grupo importante del nuevo electorado peruano: los jóvenes, ya sea que tengan un servicio de internet en su casa, o en sus centros de estudio, o en sus celulares, o en cabinas de internet. Como se sabe, los jóvenes no son el futuro sino el presente de nuestro país (los niños son el futuro).
Pero, a error, error (y optimismo) y medio: las redes sociales no eran ni son suficientes. Si piensas que sí, tal vez seas un NEET o vivas 24 horas al día en “Second Life”. Yo, que he sido PPKausa, lo puedo decir sin problema alguno: existía una gran euforia por ver cuántos seguidores más se unían al grupo de PPK, o quién hacía los comentarios más agudos, quien cosechaba más “likes”, etc. Y entre publicación y publicación, un valioso grupo de promotores arengaban para pasar de las palabras a los hechos, para pasar de la “militancia virtual” a colaborar como personeros, en las marchas, etc. Pero a pesar de ese ánimo, no recuerdo haber visto en los mítines (al menos en Lima) a los 200,000 PPKausas inscritos, o a la mitad de ellos. Que los mítines eran nutridos, por supuesto, pero faltaba hacer que más gente pase de lo virtual a lo real. Cuando PPK no pasó a la segunda vuelta (y el mismo PPK se demoró hasta la última semana de la segunda vuelta en tomar una decisión explícita), el Facebook de PPK –ya fragmentado en facciones diversas y enfrentadas, hay que decirlo– había perdido la capacidad de transmitir un mensaje unificado y claro, como antes. Yo mismo, un mes antes de la segunda vuelta, ya me había separado del grupo principal, y sólo conservé la membresía en uno de los grupos más “cabeza fría”.
La Prensa en Segunda Vuelta
Aunque a muchos no lo reconozcan, a mi modesto entender, la prueba del control (en el sentido más lato, antes descrito) de la prensa por parte del candidato Toledo está en que, al terminar la primera vuelta, los diversos medios quedaron desconcertados y, “presumieron” lo que ex-candidato iba a hacer: ser coherente con su discurso del último debate y atacar a Ollanta Humala por ser el “salto al vacío”. Pero, exactamente una semana antes del anuncio de “apoyo oficial” por parte de Toledo a Humala (previas marchas y contramarchas), los televidentes y lectores del Grupo el Comercio, Canal N y América TV comenzamos a ver la propagación de reportajes, informes y noticias contra la candidata Fujimori y a favor del candidato Humala. El tema fue tan evidente que, el único periodista del grupo que no apoyó a Humala fue Jaime de Althaus, lo que le valió el ataque del que fue objeto.
La llegada de Jaime Bayly a America TV, fue un lunar en medio del grupo, pero útil para los intereses humalistas. Era una suerte de “Hora del Odio” al estilo más orwelliano que podamos imaginar. Bayly había caído en franca desgracia luego de las elecciones municipales. Descarada y abiertamente atacó a Lourdes Flores y cuasibeatificó a Susana Villarán, amparado en el encandilamiento que generaba su popular programa en los jóvenes. Al final, fue elegida Susana Villarán. Bayly reconoció que no había votado, que la elección no lo afectaba porque su domicilio estaba en Miami y allá se fue, terminada la elección. Villarán asumió la alcaldía provincial (sin ganar ninguna alcaldía distrital), y su errática administración (centrada en atacar al anterior alcalde y en temas intrascendentes y/o no prioritarios como el retiro de placas de inauguración o la creación de la “zona rosa”; en lugar de ocuparse de temas urgentes como la seguridad ciudadana, la limpieza, los ambulantes, el tráfico, etc.) ha generado una impresionante caída de popularidad, de modo tal que diversos analistas han señalado que su triunfo fue un “hipo electoral”. Pero los jóvenes no son tontos: muchos consideran que Bayly los engañó con Villarán. Yo no culparía a quien aconsejó a Keiko Fujimori que Bayly sería un gran apoyo a su campaña, la única culpable es ella por creerlo.
De candidato a jefe de campaña
Ahora bien, aquí aparece un fenómeno muy peculiar de “adaptación de libretos”. Tenemos a un ex-candidato, Toledo, que manejaba muy bien y a su favor el argumento de la “Guerra Sucia”, pero que cayó ante la arremetida de PPK. Y tenemos a un candidato Humala que necesita un speech para la segunda vuelta. La respuesta: “te presto mi libreto, sólo cámbiale la etiqueta “Guerra Sucia” por “Prensa Vendida”, yo te preparo el terreno, espera y verás”.
En efecto, como adelanté, una semana antes del “anuncio oficial” del apoyo de Toledo a Humala, el Grupo El Comercio, Canal N y América TV comenzaron a bajar su tono frente a Humala y a atacar sin compasión a Keiko Fujimori. Bayly no era un apoyo a Keiko, sino por el contrario, ayudaba a victimizar a Humala, era un completo lastre. Además, todo lo que Bayly pudiese decir los domingos por la noche, al lunes siguiente podía ser rebatido con varias acusaciones al entorno de Keiko Fujimori en diversos programas periodísticos y publicaciones.
En el caso de La República, vale decirlo, la oposición a Keiko Fujimori y el apoyo a Ollanta Humala ocurrió por una real y genuina cuestión de principios, que es comprensible: el fallecido Gustavo Mohme Llona, fundador y primer director del diario, fue perseguido por el Fujimorato por su oposición frontal. Siendo consecuente con la memoria y los principios de su fundador, La República no podía apoyar a Keiko Fujimori, debía apoyar a Humala.
Pero la relación entre La República y Toledo empezó desde la primera vuelta. La idea inicial de Toledo era que el panorama del 2006 era el mismo del 2011: cualquiera que pasara a segunda vuelta con Humala, sería presidente. Como Toledo quería llegar a la presidencia “de manera segura”, “sin riesgos”, su “lógica” le decía: “debo hacer subir a Humala y hacer que quedemos los dos en el escenario”. La República le tomó la palabra y, durante todo el mes de marzo y parte de abril hasta antes de las elecciones de primera vuelta, se dedicó a mostrar en portada dividida, tanto las propuestas de Toledo como de Humala, en contrapunto.
Una vez más, que La República apoyase a Toledo, como lo hacía el Grupo El Comercio, Canal N y América TV, al elector medio le parecía lo mismo: un cargamontón que alentaba un voto revanchista, como suele ocurrir en nuestro país. Pero un apoyo a Humala ya no era visto igual, porque esa línea no la seguía la demás prensa toledista en aquel entonces. Creo que algo del pase de Humala a la segunda vuelta surge de esta involuntaria ayuda. Claro, el otro tanto tiene que ver con los aciertos de Humala y las torpezas de los demás candidatos.
Simplemente, como reflexión general, diré que no considero malo que un medio de comunicación apoye a un determinado candidato. En nuestro país, ya vemos que ello produce un efecto inverso al esperado. Pero, además, en otros países, ello es normal e incluso ocurre que en un mismo canal, dos programas apoyen a candidatos distintos. Pero, como en cualquier mercado (y el mercado informativo no debe escapar de esta lógica), lo que deben hacer los medios es ser transparentes y reconocerlo explícitamente, y no pretender engañarnos autocalificándose como “imparciales”. Eso sí es engañar a los usuarios, televidentes y lectores. Si tú, medio de comunicación, vas a ser imparcial como dices, está bien, lo veremos. Pero si vas a defender a un candidato, dilo. Al final el usuario decidirá libremente si cambia de canal o apaga el televisor.
Las torpezas, Toledo y PPK
Como algunos medios han difundido, “uno de los errores” de Toledo fue pelearse con PPK, cuando éste todavía no llegaba al cuarto lugar. El otro error fue ridiculizar la fuerza de las redes sociales. La solución que “encontró” o le sugirieron fue peor: tratar de infiltrarlas (y lo digo con conocimiento de causa, que he visto la forma masiva y sistemática como trataban de sabotear la imagen de PPK en su propio Facebook). Para muchos jóvenes, que por primera vez incursionaban en un proceso electoral como votantes, eso fue la prueba máxima de la deslealtad. Un tercer error (enorme error) fue saturar los medios con el grito de “guerra sucia” tratando impostadamente de victimizarse. Simplemente no sonaba ni se veía sincero o creíble, más aún si consideramos que el apoyo de un García con baja popularidad no ayuda a un candidato, lo perjudica.
Para quienes vemos los temas más técnicos, nos preocupaba que Toledo se presentara como garantía del sostenimiento del crecimiento económico... sin PPK y su equipo. Recordemos (nosotros que solemos olvidar rápido) que cuando Toledo pasó a la segunda vuelta en el 2001, con Alan García, la Bolsa experimentó nerviosismo y los mercados estaban preocupados porque no se sabía qué podíamos esperar en el plano económico por parte de ambos candidatos. ¿Qué hizo Toledo en el 2001? Antes de la segunda vuelta, anunció que PPK sería su Ministro de Economía. Con ello, los mercados se tranquilizaron, y de paso, ganó las elecciones frente a un Alan García que, entonces, todavía se declaraba públicamente un proteccionista y admirador de Keynes. Por eso suena tan irreal escucharlo decir ahora que no se puede “presionar” a Humala para que dé nombres de posibles ministros, habiendo ya ganado la segunda vuelta.
Los “candidatos de García”
No soy aprista y los que me conocen saben bien que ello es materialmente imposible, tras haber vivido los 80s; y si bien su segundo gobierno, comparado con el primero, fue bueno (no soy nada mezquino), ello se debe a técnicos no apristas y, a pesar de las torpezas y escándalos muy conocidos, protagonizados por algunos “compañeros”.
Ahora bien, así como el magullado argumento de la guerra sucia no resulta muy maduro que digamos, lo mismo ocurre con el fantasma creado de un supuesto “candidato oficialista”. Creo que Toledo NO se esperaba que Mercedes Araos fuese desembarcada antes de la carrera, por los mismos apristas. Él confiaba en seguir la misma tónica de su triunfo en el 2001: atacar al Gobierno saliente (y, como estaba el breve gobierno de transición de Paniagua, dirigió sus ataques contra Alberto Fujimori). Pero ahora el gobierno de turno no tenía candidato.
Alan García es astuto. Que tuviese candidatos de su preferencia, no era extraño, era bastante esperable. Yo creo que Castañeda sí fue el candidato de Alan García . Lo que no creo es que PPK hubiese sido candidato de García (al margen de si García sí lo creyera o no). Si PPK hubiese sido el “candidato de García”, al igual que con Castañeda en un inicio, García lo hubiese llevado a cuanta inauguración hubiese hecho, o lo hubiese hecho condecorar por “servicios prestados a la Nación” durante su premierato. Además, recordemos que el ascenso sorpresivo de PPK fue en los últimos meses de la campaña de la primera vuelta, y si García quería asegurar a “su candidato”, debía hacerlo sin dudas ni vacilaciones. Nada de eso ocurrió, a penas una foto subterfugia que no revelaba nada más que especulaciones.
Pero, detengámonos por un instante en el hecho del apoyo del presidente en ejercicio a un determinado candidato. Mi opinión es que eso no es reprochable. Lo reprochable es que se usen recursos públicos, del dinero del Tesoro (es decir, de todos nosotros) para financiar una determinada campaña electoral (incluyendo el uso del canal del Estado). Es muy esperable, previsible y hasta razonable que si existe un candidato oficialista, el presidente de turno quiera proyectar la imagen de continuidad de las obras. Esto ocurre en todas las democracias modernas del mundo. Y si no hay candidato oficialista, no es ningún “pecado político” (si cabe el término) que el presidente diga si simpatiza o no con algún candidato. Más aún, teniendo en cuenta el síndrome del “voto revanchista” y la baja aprobación del presidente García (antes mencionada), ningún candidato podría ver como una ventaja su apoyo.
Personalmente, me llama la atención que el candidato Toledo haya hecho y siga haciendo demasiada bulla respecto de supuestos apoyos o “interferencias” por parte de Alan García en la campaña electoral, habiendo vivido gran parte de su vida en los Estados Unidos. Llevando el argumento al extremo, creo que si Toledo fuera candidato en un sistema bipartidista como el americano, sus acusaciones causarían hilaridad, a menos que hubiesen estado sustentadas en pruebas sobre uso de dinero público. Su continua queja saturó, cansó y fastidió a muchos (y me incluyo). Y para el elector medio suena más incoherente escuchar a Toledo reclamar durante 5 años que todos los logros del Gobierno de García realmente eran obra suya, que las obras que García inauguró él las inició, etc., para luego ser un feroz opositor y crítico de su gobierno. Objetivamente, Toledo tenía más elementos para ser considerado el “candidato de García”, por paradójico que pueda sonar. Y si García lo quería perjudicar, era muy sencillo: anunciaba que Toledo era su candidato, endosándole su baja popularidad.
PPK y el optimismo desmedido
El optimismo es bueno. Siempre que no raye en lo irreal. PPK sabía que subía en las encuestas. Sabía que podía pasar a la segunda vuelta. Creo que pecó de exceso de optimismo, por dos razones. La primera, es que dentro de su propio grupo, llevaba a gente que eran una carga más que un apoyo. Tal fue el caso de Acuña y Simon. Simon, exitoso presidente regional, que debió marcar una huella en su región, bien podía haber hecho una más efectiva labor de convencimiento en el electorado, antes que limitarse a sumarse a los posts de los PPKausas en la web (una vez más, lo digo con conocimiento de causa). El único aliado que, tangiblemente hizo su trabajo, fue Máximo San Román. Y me refiero a Simon, porque parecía que esa unión sí estaba destinada a sumar. A Acuña no lo cuento porque en mi modesta opinión, fue un peso muerto desde el inicio.
La segunda razón del sobreoptimismo fue el espacio temporal entre el Primer Debate Presidencial y la votación de la segunda vuelta. PPK salió del debate y de ahí, se dirigió al programa de Carlos Carlín, con el PPKuy. Muchos hablan que en ese momento se farandulizó, pero esa movida hizo que simbólicamente reclamara la legitimidad que tenía del voto joven, era como decirle a los jóvenes “es verdad, yo soy el candidato de ustedes, yo los entiendo realmente”. Luego de ello, los PPKausas se dispararon en el Facebook de menos de 50 mil a más de 200 mil en semana y media. Pero, como ya indiqué, la militancia virtual no era suficiente. PPK debía trajinar e ir personalmente a los pueblos y era un acto que no podía delegar en nadie, porque el único que lo acompañaba era San Román (y las muy rescatables participaciones de Pérez Tello e Iberico), los demás habían desaparecido y no lo acompañaban a los viajes (al menos no de manera visible y abierta). Como el mismo PPK reconoció, si la campaña hubiese durado una semana más, él pasaba a la segunda vuelta.
Aunque no ganó en el sur, la votación que obtuvo PPK en Arequipa, Puno, etc., no era nada dedesnable. Convencer al norte del país debía ser más sencillo, pero no fue así. Lo más triste es que, cuando alimentas una gran ilusión, la desilusión también puede ser grande. Tras la primera vuelta, los sentimientos humanos de muchos votantes jóvenes, incluso primerizos, se convirtieron en una ruleta rusa que, sumada al silencio de PPK hasta una semana antes de la segunda vuelta, fue aprovechada por los candidatos que pasaron a la segunda vuelta, concretamente por Humala.
Puedo dar fe del compromiso de la juventud en la web. Cuando PPK no pasó a la segunda vuelta, las cabezas visibles de la web quedaron en estado catatónico. Síntoma de su juventud, de su primera vez en lides electorales, de sus primeras desilusiones como ciudadanos. Mi saludo a esos tenaces muchachos que se hicieron al hombro una labor que originariamente no era de ellos, que debía partir de las demás cabezas políticas de la alianza que no lo hicieron. Ustedes hicieron más de lo que Simon o Acuña. Más aún, para nadie es un secreto que el voto de PPK fue un voto genuinamente por PPK, no del PPC o de otro grupo. La mejor ayuda que dio Lourdes Flores fue mantener un perfil sumamente bajo, tras su derrota en las elecciones municipales, y dar el espaldarazo a Perez Tello como candidata a la vicepresidencia, quien fue un apoyo a PPK en sus trajines de campaña. Pero a mí me queda bien en claro que el voto joven obtenido fue puro PPK.
La agenda que se viene
Humala es el presidente electo me guste o no, es una realidad que debo aceptar. Lo digo en primera persona, porque usar el impersonal puede sonar a que deseo ser moralista, y la verdad es que los ánimos han estado tan enardecidos en las últimas semanas que no deseo arrogarme tamaña responsabilidad. Al igual que en el 2006, mi voto no fue a favor de alguien sino “en contra de”. Objetivamente, considero que de haber ganado Keiko Fujimori, tal vez el tema económico me causaría menos preocupación, pero inmediatamente se activaría el chip de alerta respecto de los temas políticos, de la libertad, de los derechos fundamentales, etc.
Ya en el nuevo escenario, quienes vivimos los 80s y sobrellevamos situaciones que las nuevas generaciones tal vez nunca entiendan, debemos cuidar que Humala cumpla con asegurar al país que no vamos a girar al chavismo ni a deshacer lo avanzado. Dos cosas me dan una esperanza, una objetiva y otra subjetiva.
La subjetiva es que, cuando García ganó las elecciones en el 2006 frente a Humala, prometió un programa radical. Si recordamos un instante, la competencia en el 2006 fue por ver quién era el “más radical”. Al final, García se dio cuenta de la triste realidad, que su política keynesiana de los 80s no podía regresar, que debía asesorarse bien, y que debía reivindicarse con la historia y con el país. Su gobierno, debo reconocerlo, no ha sido perfecto pero ha sido bueno en el tema económico. No puedes acabar con casi 30 años de atraso económico en 5 años, pero algo puedes avanzar. La pobreza extrema se ha reducido pero aún falta mucho por hacer. En general, el García del nuevo milenio nunca va a hacer que olvidemos al García de los 80s, no obstante no podemos ser mezquinos. Así que, en resumen, tengo la esperanza de que Humala se va a dar cuenta de la realidad que debe enfrentar.
La razón objetiva es que Chávez aparentemente tiene un frente interno complicado que le impide fijarse en otros de manera muy incisiva; en tanto que el hecho de que Humala haya obtenido el 51% de los votos, eso no quiere decir que el 51% de los peruanos lo apoye, y él lo sabe. Él sabe que muchos que han votado por él lo han hecho realmente “en contra de” su opositora. Adicionalmente, el despertar político de los jóvenes va a generar una ciudadanía más crítica y por tanto, confío en que harán escuchar su voz de ser necesario.
Mis argumentos pueden ser rebatibles y alguno hasta lo puede calificar de frágiles o ilusos, pero esas son las esperanzas que albergo. Como mi esposa, mi socio y yo nos repetimos, todo depende de que sigamos trabajando duro. Además, si alguna lección debieron dejarnos los 80s y los 90s es que no debemos esperar nada del gobierno, nosotros mismos debemos construir nuestro haber. Adiós al Estado Paternalista, sea de izquierda, de derecha, de centro, de arriba o de abajo.
Y de ahí, paso a la agenda a desarrollar. Me refiero a mi agenda personal. Tengo que recordar lo que digo en clases: que la democracia no es solamente elegir a un presidente cada 5 años. Es también ejercer los mecanismos de participación ciudadana y democracia directa que reconoce nuestro sistema.
Pero, antes de todo ello, lo prioritario es recordar los valores y principios que deseamos como país. Y allí viene el tema de la libertad. Nuestro Himno Nacional empieza con “Somos Libres, Seámoslo Siempre”. Esto no es casual. Adicionalmente, la Proclama de Independencia dada por Don José de San Martín en 1821 reza “Desde este momento, el Perú es libre e independiente, por la voluntad general de los pueblos...”. Creo que no puede haber mejor síntesis que explique el valor supremo que debemos recordar y revalorar: la libertad. Nosotros somos libres, “por la voluntad general de los pueblos”, es decir, “por decisión democrática”. O mejor dicho, la democracia existe para defender nuestra libertad.
Es importante recordar esto, porque la democracia NO puede estar en contra de la libertad, sino al servicio de ella. Ésa fue la base y sustento de nuestro nacimiento como Estado Peruano. Debemos, entonces, aprender a ser libres, a ejercer nuestra libertad. A rechazar formas de gobierno o decisiones políticas y/o económicas que contradigan dicho principio. Pero esto NO puede ser una labor de unos cuantos meses previos a cada proceso electoral. Esto debiera ser permanente. Y cuando ello no ocurre, se generan voces que alientan el clamor por paternalismo estatal o por intervencionismo. Aquí aprovecho para hacer un mea culpa académico y ciudadano. Un mea culpa que también debiera realizar la clase política de nuestro país. Debemos difundir tanto los valores democráticos como su fin último que aquella debe preservar y sin el cual sólo se convertiría en una “dictadura de la mayoría”: la libertad.
Ya pasando a un ámbito más mundano, otros actores sí tienen un panorama más complicado. Tal es el caso de Toledo. Toledo dio marchas y contramarchas para dar su apoyo a Humala. Imagino que, visceralmente, tras la derrota de la primera vuelta, su primera reacción debió ser “que gane Humala, todo se desmorona, y en el 2016, yo retorno como el reconstructor”. Pero luego, lo cegó su deseo de “venganza” contra García, PPK, Keiko Fujimori, etc. y todos quienes, según él, “no lo dejaron pasar a segunda vuelta”. Este argumento también es desconcertante, porque “si nadie postulaba más que él, él hubiese sido presidente en primera vuelta”. Una vez más, la técnica de llevar su razonamiento al extremo permite ver la inconsistencia del mismo. Bueno, pues, el problema ahora consiste en que el Humalismo y los mismos voceros peruposibilistas le enrostra el cogobierno (que pretende etiquetar de cualquier otra manera). Entonces la disyuntiva que tiene Toledo ahora es: “He ofrecido una ayuda incondicional sin vacilaciones. En consecuencia, si Humala arruina todo, me van a echar la culpa, así diga yo que no hubo cogobierno. Pero si lo ayudo a mantener la estabilidad, en el 2016 Humala va querer que la candidata sea su esposa Nadine”.
Como alguna vez dije, puede ser que el resentimiento sea un sentimiento, pero no es el más edificante ni permite que tomemos decisiones eficientes y/o racionales. A veces la búsqueda obsesiva del poder marea, y si se ha sido presidente, la soberbia no es buena consejera (lo cual también se aplica a Alan García). Creo que todos los candidatos presidenciales, al igual que los emperadores romanos, sanamente debieran tener un asesor cercano a él, que de tanto en tanto le susurre al oído “recuerda que eres mortal”. Eso nos evitaría a todos los ciudadanos electores muchos incidentes y preocupaciones políticas.
Lima, 12 de junio de 2011.
NOTA: Como siempre, respeto todos los derechos de autor de las imágenes utilizadas sin ningún fin de lucro y únicamente con propósitos meramente informativos, como lo permite la Ley de Derechos de Autor peruana.
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