A comienzos del milenio, creí que, al menos mi generación había aprendido una lección: no debemos esperar favores del Estado, ésa no es su función. Pero no fue así. El gobierno peruposibilista, si bien parecía ordenar la macroeconomía, se fue cargando de escandaletes familiares, corrupción, y, sobre todo, de desórdenes sociales descontrolados, con tomas de carretera, muertes, y protestas desmesuradas que diluyeron a su mínima expresión el principio de autoridad, ya que ante cualquier revuelta, el Gobierno cedía. Y el “populismo democrático” retornó.
Era inevitable, Toledo carecía de autoridad moral para enfrentar cabalmente el Arequipazo, Ilave, Azucareros, Arroceros, Loreto, etc. porque él mismo había organizado su Marcha de los 4 Suyos en el 2000.
La verdad es que Toledo sí hizo una gran movilización en el 2000, y tuvo una gran convocatoria, pero, si somos honestos, no fue pacífica por ninguno de los bandos, y a pesar de todo, NO fue eso lo que tumbó a la dictadura. Fue un cassete de VHS: el primer vladivideo, difundido más de un año después de su marcha. Pero, durante su gobierno, Toledo alimentó el mito de que gracias a que él “se fajó por la democracia”, cayó la dictadura. El Gobierno toledista no era socialista, no buscaba atacar al Estado desde adentro. Pero, para catapultar a su líder, abrió una caja de Pandora que luego no pudo cerrar.
Para las elecciones del 2006, nuestro país que olvida rápido, llegó a la encrucijada de optar por propuestas radicales de los 70s y 80s (Humala), o por “el mal menor” (Alan García). Las propuestas radicales encontraban su caldo de cultivo en los reclamos sociales, los escándalos políticos, las crónicas policiales y denuncias de corrupción, etc., que degradaron la credibilidad de los poderes del Estado.
Hasta ese entonces, jamás imaginé que, con todo lo vivido en los 80s, y todo lo que nos estaba costando como país la recuperación económica, alguna vez votaría por Alan García. Pero lo hice. Mejor dicho, tuve que hacerlo, “en legítima defensa”. Mi generación en su mayoría decidió votar por “el mal menor”. Afortunadamente, Alan García NO cumplió con la mayoría de promesas radicales de su campaña y evitó varios errores de su primer gobierno.
Ahora, tenemos dos elecciones cercanas. Por ahora sólo me referiré a la primera:
a. No es verdad que el “mejor alcalde de Lima” fue Alfonso Barrantes. Las mismas crónicas periodísticas de la época lo prueba. Vayan a cualquier hemeroteca o a la Biblioteca Nacional, y podrán comprobarlo.
Durante la gestión de Alfonso Barrantes, Lima se convirtió en un gran mercado ambulante, con condiciones infrahumanas de salubridad, transporte e inseguridad, y altos índices de criminalidad. Frecuentemente, aguas servidas se desbordaban por las calles cercanas al Congreso, la Av. Abancay, etc. Sólo un ejemplo: la “Cachina” original se extendía a lo largo de todo Lampa y calles aledañas y ahí, a metros del Palacio de Justicia, del Congreso, del Palacio de Gobierno, se reducían todos los objetos robados, e incluso, armas de fuego.
Barrantes ofreció en su campaña de 1983, dar desayuno a los niños de las zonas menos favorecidas. En un programa infantil llamado “El Tío Johnny”, su conductor alentaba a los niños a tomar leche, bebiendo un vaso de leche acompañado de una tonada musical. Guillermo Rossini, Decano de los Imitadores, personificó a Barrantes, tomando un vaso de leche, con la misma tonada musical. Luego, Barrantes, oportunistamente, cambia su propuesta al “Vaso de Leche” (ya no se trata de desayunos) y lo marketeó como el programa “emblema” de su gestión. Rossini ha contado esta anécdota hace muy poco en “Los Chistosos”. Con Barrantes, el Vaso de Leche no fue un programa muy extendido, pero sí bien acogido. Sin embargo, la Municipalidad de Lima no tuvo el control mucho tiempo, el Gobierno Central asumió el manejo del Vaso de Leche y lo extendió. Y, cierto, también lo corrompió. Hoy, es el programa asistencial más ineficiente e ineficaz.
Es muy falaz decir que Barrantes no pudo “hacer mucho” por culpa del mal Gobierno de Alan García. Barrantes ganó las elecciones municipales en 1983. Asumió el 1º de enero de 1984, fue derrotado en 1986, y terminó su gestión el 31 de diciembre de ese año. Durante el primer año y medio del Gobierno aprista, hubo una suerte de “desborde” de la caja fiscal, y es en 1987 que todo colapsa.
Susana Villarán dice reiteradamente que seguirá el ejemplo de Barrantes. Si lo dice de verdad, estamos ante una involución anunciada. Si miente, subestima la memoria de los que tenemos de 35 años a más y/o pretende engatusar a los jóvenes que no vivieron esas épocas, intencionalmente (es decir, “con dolo”).
b. Por otra parte, en un primer momento, Villarán señaló que una asesora de su campaña que era sindicada de nacionalista, nunca perteneció al Partido Nacionalista, pero que sí había sido invitada por dicho partido anteriormente. Añadió además que no compartía las ideas de Humala (todo esto fue visto en el Francotirador). Luego, cuando Ollanta Humala le da su apoyo expreso y le preguntan su opinión, ella señaló a la prensa que “no tiene relación orgánica” [sic] con el Partido Nacionalista (es decir, una respuesta que no guarda conexión lógica con la pregunta). Claro, a ningún periodista se le ocurrió preguntar hasta ese entonces si existían nacionalistas en su lista, pero ella lo sabía y astutamente lo mantuvo oculto. Cuando cerca del debate pasado, se conoce que sí lleva a dos miembros del Partido Nacionalista, Villarán responde orondamente que es verdad, pero que “también hay militantes del PPC y del APRA”. El Partido Aprista lo negó inmediatamente, y desde entonces, cuando le preguntan sobre el tema, lanza la misma respuesta, pero omitiendo a los “compañeros”. Eso sí, no hubo una “disculpa” oficial.
Todo lo anterior ya debe hacernos reflexionar sobre la “honestidad” enarbolada por la candidata de Fuerza Social.
Pero, eso no es lo más importante, creo yo. Los últimos “descubrimientos”, sumado a los vínculos “no formales” con Patria Roja (porque Villarán sólo ha podido negar los vínculos “formales”) indican una cosa: que es legítimo y fundado tener serios reparos y temores a la plataforma sobre la que se encarama la candidatura de Susana Villarán, en especial para los que vivimos los 70s y 80s. Insultaría nuestra inteligencia y nuestro sentido común que se rebatan estos hechos (concretos y tangibles) acusando a todo aquél que los formule, de “macarthista”, o de “anti-rojos”, o de “derechistas reaccionarios”, etc.
c. Los pecados de una candidata no hacen santa a la otra. Lourdes Flores es una política de larga data, y ha caído en error tras error. Al margen de la legalidad o no de los audios, creo que es muy pueril que un candidato piense que no van a haber denuncias ciertas o falsas en el fragor de la campaña.
Todas las campañas políticas suelen ser así. Acusaron a Obama de musulmán; difundieron un audio de Gordon Brown insultando a una simpatizante luego de un evento; Bayly le preguntó en vivo a Alan García sobre su medicación por litio en el 85’; etc.
Peor aún, sus vínculos con la importación de autos usados, y el audio con Remigio Morales Bermúdez hacen pensar que más que candidata de “derecha” (cosa que en el Perú no existe realmente), podría ser una candidata del “mercantilismo” (a propósito, una “virtud” que la Izquierda de toda época siempre ha sido el arte de confundir y homologar conceptos tan distintos como “mercantilismo” y “liberalismo”, bajo la etiqueta de “derecha”).
d. Desde los años 80s (con Barrantes y Del Castillo), las elecciones municipales no tenían un fuerte contenido ideológico. Las elecciones de Belmont, Andrade e incluso la del mismo Castañeda, eran más referidas a propuestas técnicas, porque, en teoría, se debía elegir al “buen vecino”.
No estaban ajenas a los temas políticos o los golpes bajos, pero lo central eran las propuestas para la ciudad, planteamientos técnicos. Pero las dos candidatas que lideran las encuestas han llevado el debate al plano ideológico. Me gustaría decir que he revisado las propuestas de todos los candidatos, he hecho una tabla de Excel, he hecho un estudio de factibilidad, y me he convencido de que la mejor propuesta es tal o cual.
Pero, con todo lo ocurrido, develado y descubierto en los últimos días, tengo la misma sensación de la encrucijada de la segunda vuelta presidencial del 2006. Y siento que hay signos objetivos de una resurrección política de las posturas radicales. Esto tal vez para los menores de 30 años no signifique nada, pero como siempre digo, hoy en día hay infinidad de videos colgados en Youtube y GoogleVideo, que explican cómo fueron nuestros años 80s.
En Derecho existe un Principio: ad mayoris ad minus. Es decir, “quien puede lo más, puede lo menos”. Ergo, si en el año 2006, por “instinto de supervivencia”, tuve que votar por Alan García, ahora, una vez más, las circunstancias me llevan a votar por “el mal menor”. Aun si ganara Fuerza Social, podré estar tranquilo de que no fue con mi voto.
Concluyo haciendo una reflexión para las nuevas generaciones, ya no sólo para esta elección, sino para la presidencial. No podemos negar la realidad, existe un mercado electoral, y, como en cualquier otro mercado, existe competencia entre los partidos y movimientos por los votos, las mentes (¿y almas?) jóvenes.
Contrario a lo que pueda pensarse, los movimientos que más experiencia tienen en marketeo son los autodenominados “de izquierda”, cuya denominación más real sería la de socialistas. Es un hecho innegable que muchos adolescentes y jóvenes de todo sector social gustan tener en su guardarropa algún polo con la imagen del Che (de quien no saben más de lo que idílicamente se muestra en “Diarios de Motocicleta”, y si es que han visto completa la película); y si han ingresado a la universidad, asumen como nice escuchar a Pablo Milanés, Mercedes Sosa y otros. De la misma manera en que Coca Cola contrata a Messi para un comercial, Maradona y García Márquez están muy felices en Cuba, y, claro, entonces se piensa que Fidel no debe ser tan malo.
Platón, en su Apología de Sócrates, decía que si un tribunal de niños tuviese que decidir la vida o muerte de un médico y de un pastelero, lo más probable es que dejen vivir al pastelero que les prepara dulces (que les genera enfermedades) y mandarían matar al médico (que les coloca inyecciones, les da medicinas horribles, pero los cura). Asumir una postura política o ideológica no debe ser producto de la moda. Claro, uno siempre puede variar su punto de vista, o evolucionar, o mutar, si es que cree haber encontrado solidez en otra postura. Sólo quiero que mediten en esto: los seres humanos somos seres vivos, y la vocación de todo ser vivo (sea por naturaleza, por instinto o por como quieran llamarlo) es vivir. En consecuencia, cualquier ideología que se sustente en la violencia o la muerte, o las aliente y justifique, es incongruente con nuestra esencia y naturaleza.
Lima, 19 de setiembre de 2010.
¿Qué te hace pensar que estás vivo? ¿Y si estuvieras vivo, entonces para qué estás aquí en la tierra?
ResponderEliminarPienso. Luego, existo. Si existo, entonces vivo para mí, y busco mejorar mi calidad de vida, tratar de explotar las potencialidades que pueda tener. Alguna vez Crownwell dijo "donde quiera que se puede vivir, se puede vivir bien".
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