Citas para reflexionar...

"Una persona exitosa es la que construye un edificio sólido con los ladrillos que le van lanzando los que quieren derribarla"
[David Brinkley].

23 de octubre de 2010

ROSTROPÓVICH: UN CELLISTA CONTRA EL MURO DE BERLÍN

El gran Mstislav Leopóldovich Rostropóvich (Azebaijan, 27 de marzo de 1927) fue el máximo cellista de su época. Sus imágenes cotidianas más difundidas lo muestran como un afable viejito bonachón. Las imágenes que lo muestran tocando el cello lo presentan transformado en un alma apasionada y profunda.

La siguiente anécdota describe su sentido del humor: en 1964 Rostropóvich y su amigo el compositor británico Benjamin Britten viajaron juntos a una presentación ante la Reina Isabel II. Rostropóvich le dijo a Britten que había preparado un saludo especial para la Reina, que consistían en hacer unas volteretas y piruetas al estilo del Ballet Bolshoi. Lo dijo con tal convicción que Britten se lo creyó y se escandalizó como buen súbdito británico, por lo que trató de convencer a Rostropóvich de no hacer su "saludo". El cellista le dijo que sólo se abstendría de hacer su "saludo" si el británico le componía tres suites para cello, comprometiéndolo en un contrato escrito en alemán (idioma neutral para las partes) redactado en una servilleta. Al final, Britten le compuso las tres suites.

Siendo famoso y muy galardonado por la URSS (ganó el Premio Stalin en 1951 y 1953, y el Premio Lenin en 1964), en 1970, a los 43 años, publicó en el diario Pravda una carta apoyando a su amigo, el escritor Alexander Solzhenistsyn, autor de "Archipiélago Gulag", y de muchas otras novelas que denuncian los excesos de la dictadura stalinista y de sus sucesores. Parte del célebre texto de la Carta, que el pasado 31 de octubre cumplió 44 años, es el siguiente:
"¿Es posible que el tiempo transcurrido no nos haya enseñado a ser más prudentes cuando se trata de destruir a personas talentosas? (...). En 1948 existían listas de obras prohibidas. Hoy preferimos PROHIBICIONES verbales, sobre la base de que ‘existe la opinión de que esto no debe ser recomendado’. Pero es imposible saber dónde está esa opinión o quién la sustenta. (...) Pero, dígame, por favor, ¿por qué es que, en lo que respecta al arte y literatura, la palabra decisiva la emiten personas que nada tienen que ver con esas disciplinas? ¿Por qué se les otorga el derecho de desacreditar nuestro arte ante la opinión pública? No me estoy refiriendo al pasado para quejarme, sino para que, en el futuro, digamos, dentro de veinte años, no debamos esconder avergonzados, los periódicos de hoy. Toda persona debería tener el derecho de expresar sus puntos de vista sin temor y con independencia, acerca de aquello que conoce, sobre lo que ha pensado y analizado; y no ofrecer débiles variantes de una OPINIÓN que le es impuesta. Nuestro deber es el de discutir libremente, sin insinuaciones ni rechazos".

Con esa carta, Rostropóvich cayó en desgracia para el régimen comunista, fue vetado de los círculos artísticos y culturales y fue víctima de hostigamiento y persecución. Debemos comprender que Rostropóvich hace esta valiente declaración en medio de uno de los regímenes más opresores y represores de la historia. Pero a pesar de ello, nunca se arrepentió, por el contrario, diría: "Lo mejor que he hecho en mi vida no ha sido la música, sino la Carta en el 'Pravda'. Sólo desde entonces, tengo la conciencia limpia".

Así las cosas, la URSS exilió a Rostropóvich y a su esposa, la soprano Galina Vishnévskaya, en 1974. El Maestro pasaría algún tiempo de manera errante, hasta que oficialmente se asilara en los EE.UU., en 1977. Durante sus viajes, siempre estuvo perseguido por la propaganda soviética en su contra, a la que nunca le faltaban adeptos desafortunada y mayoritariamente constituidos por ingenuos jóvenes universitarios desinformados.

Se cuenta, por ejemplo, que en 1975 viajó a Bogotá, Colombia, en donde se había preparado una presentación en el Auditorio León de Grieff de la Universidad Nacional de Colombia. En los 70s, en muchos países de Sudamérica, muchos jóvenes se sentían cautivados por los mitos de la Revolución Rusa, la Revolución Cubana y sus respectivas leyendas. Tal como lo recuerda la Revista colombiana "El Malpensante", en su edición de junio de 2007, miembros de la "Juventud Comunista" y algunos estudiantes universitarios "defensores de la Revolución" y del régimen de Brezhnev (sucesor de Khrushchev, quien a su vez sucedió a Stalin) irrumpieron en el Auditorio universitario, con bombas molotov, piedras y palos, gritando arengas en contra de Rostropóvich, a quien acusaban ciega y falsamente de ser un "agente de la CIA", un "enemigo del pueblo", un "traidor de la Revolución", un "tonto útil del imperialismo yanki", y muchas muletillas más que suelen utilizar grupos como estos. 

El concierto se suspendió y Rostropóvich, que salió ileso del suceso, tuvo que conformarse con dar una muy pequeña y privada presentación. Señala la revista que "... una minoría activa y decidida a emplear la violencia había logrado, como otras veces, imponer su voluntad a una mayoría pasiva, a la que consideraba conformada por gentes temporalmente desorientadas...". El incidente fue breve, pero la propaganda internacional comunista lo magnificó al punto de proyectar la imagen de una pequeña pero heroica "revolución estudiantil".

En 1977, oficialmente obtiene asilo en los EE.UU., y "coincidentemente", la URSS le quita la nacionalidad soviética. Para los EE.UU. era un honor acoger a Rostropóvich, y por ello, al año siguiente, en 1978, lo nombra Director de la Orquesta Sinfónica Nacional.

En 1983, en una entrevista al periodista José Luis Pérez de Arteaga, del Diario El País, de España, Rostropóvich responde a las acusaciones de ser un "tonto útil" de los EE.UU., señalando:
"¿Quién me ha convertido en figura política? Ha sido mi propio país, por desgracia. Yo soy un músico, yo sólo he querido ser un músico (...) cancelaron mis conciertos y me echaron del Teatro Bolshoi, ¡No me dejaron ni dirigir opereta! En el año 73, yo no tenía trabajo en ninguna parte. (...) América nos recibió con los brazos abiertos, como amigos entrañables. Mire, yo le hablo con el corazón, le digo mis sentimientos: Yo me volví a sentir un ser humano en Occidente. Entiéndame, yo no creo que el sistema sea ideal, no es el paraíso, pero en él soy libre. Yo necesito ser un músico en libertad, con capacidad de elección. Usted lo verá de otra forma, y lo entiendo, quizá yo tengo un background demasiado amargo...".
En 1989, a los 62 años, sus convicciones sobre la libertad lo llevan a iniciar una de sus más recordadas luchas personales: enfrentarse al Muro de Berlín. Toca incansablemente su cello frente al Muro, de manera desafiante, desde el lado de la República Federal Alemana (hubiese sido imposible siquiera pensar en hacerlo desde el lado de la República Democrática Alemana bajo control soviético) por varias semanas, hasta que, el 09 de noviembre de dicho año, ve realizado su sueño: es testigo de la histórica caída del infame Muro.




Durante todos esos días, personas de todas las edades, condiciones sociales, nacionalidades, intelectuales, estudiantes, etc., se arremolinaban a su lado, alentándolo. Pero, a pesar de la Caída del Muro, para Rostropovich su lucha merecía un digno colofón: dos días después, el 11 de noviembre de 1989, reaparece en medio de las ruinas del Muro, y ejecuta la Suite Nº 2 para cello de J. S. Bach. Con ello, el Maestro daría por concluida su misión.

En 1990, ya en plenas reformas, estando en marcha la Perestroika y la Glasnost, Mijail Gorbachov les devuelve a él y a su esposa la nacionalidad soviética, pero el severo trauma de la persecución haría que jamás dejaran sus pasaportes de Mónaco y de Suiza.

Rostropovich se convenció de que lo que necesitaba su país para asegurar la libertad del individuo era defender la Perestroika y la Glasnost. En 1991, el ya decadente Partido Comunista de la URSS daba sus últimos manotazos de ahogado por retomar el poder, emprendiendo intentonas golpistas y revueltas contra el saliente Gorbachov y su sucesor Boris Yeltsin, alegando fraudes electorales ante lo cual, Rostropovich (de 63 años) no dudó en salir a las calles, a "luchar por la libertad" y defender la naciente democracia rusa, siendo incluso fotografiado con una ametralladora. No obstante, esta histórica y muy comentada fotografía, de la que se habla en muchas de sus biografías y evocaciones, no ha podido ser encontrada online por este servidor.

En 1997 (a los 70 años) Rostropóvich recibe el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, conferido "a la persona, institución, grupo de personas o  instituciones cuya labor haya contribuido de forma ejemplar y relevante al entendimiento y a la convivencia en paz entre los hombres, a la lucha contra la injusticia, la pobreza, la enfermedad, la ignorancia o a la defensa de la libertad, o que haya abierto nuevos horizontes al conocimiento o se haya destacado, también de manera extraordinaria, en la conservación y protección del patrimonio de la Humanidad"


Rostropóvich no sólo luchó contra la injusticia o en defensa de la libertad sino que además contribuyó a preservar las más hermosas obras musicales creadas por el hombre, y que constituyen Patrimonio de la Humanidad. Como nota adicional, el mismo Premio Príncipe de Asturias de la Concordia fue conferido en 1987 al distrito limeño de Villa El Salvador, y en el año 2009, fue conferido a la ciudad de Berlín, al cumplirse 20 años de la Caída del Muro.

El maestro murió de cáncer en Moscú, el 27 de abril de 2007, a los 80 años. Más de 10,000 personas se aglomeraron para despedirse de él, mientras era velado en la Sala Grande del Conservatorio de Moscú, donde Rostropóvich había iniciado sus estudios musicales a la edad de 9 años. Entre los presentes estuvo su admiradora y amiga, la reina Sofía de España, quien llegó especial y únicamente para rendir sus condolencias a la esposa de Rostropóvich, Galina Vishnévskaya, su compañera por más de 52 años. Durante el velorio, varias ejecuciones grabadas del maestro resonaban, entre ellas el famoso Preludio de la Suite Nº 1 Para Cello, de J. S. Bach, que se aprecia en el vídeo, una de las mejores versiones de dicha pieza, según los críticos. 

Rostropóvich fue enterrado en el Cementerio de Novodiévichie, Moscú, junto a las tumbas de la bailarina Anna Pávlova, el compositor Serguéi Prokófiev, los escritores Gógol y Chéjov, y Boris Yeltsin, quien se hizo su amigo luego de los sucesos de 1991.

La vida de Rostropóvich fue plena. Tal vez él sí le hubiese encontrado sentido a la frase atribuida al físico Max Planck "la verdad no triunfa jamás, lo que pasa es que sus enemigos terminan por fenecer". Y él vio a muchos enemigos de la libertad fenecer.

Actualizado al 09 de noviembre de 2014.

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